La política exterior de Cataluña vuelve a estar en el centro del debate. Con el anuncio de la apertura de tres nuevas “embajadas” en Jordania, Canadá y China, el presidente de la Generalitat, Salvador Illa, ha decidido no solo mantener, sino potenciar la red de delegaciones exteriores que impulsaron los gobiernos independentistas. Con esta decisión, Cataluña pasará a tener un total de 24 oficinas en el extranjero, un entramado que ha sido duramente criticado por invadir competencias exclusivas del Estado.
Illa, líder del PSC, ha sorprendido incluso a parte de su propio electorado al respaldar una infraestructura diplomática paralela que en su día fue abanderada por Carles Puigdemont y otros dirigentes secesionistas como parte de su estrategia internacional para promover la independencia. Lejos de corregir ese rumbo, el nuevo Govern parece haber optado por el seguidismo político, legitimando así una política exterior que ha generado tensiones con el Gobierno central y ha sido objeto de numerosos recursos judiciales.
El anuncio de estas nuevas delegaciones se produce en un momento en el que el Tribunal Constitucional ha reiterado en varias ocasiones que las relaciones internacionales son competencia exclusiva del Estado. A pesar de ello, la Generalitat continúa ampliando su red exterior con una estructura que, según denuncian expertos en derecho constitucional, actúa como una diplomacia paralela incompatible con el marco legal vigente.
El argumento oficial esgrimido por el Govern es que estas oficinas tienen como objetivo “promocionar la cultura, la economía y las empresas catalanas en el mundo”. Sin embargo, la experiencia de los últimos años demuestra que muchas de estas delegaciones han actuado como altavoces del separatismo, especialmente durante el procés, cuando se utilizaron para difundir mensajes contrarios a la legalidad constitucional y tratar de internacionalizar el conflicto político.
En este contexto, resulta llamativo que Salvador Illa, que durante la campaña electoral prometió gobernar “para todos los catalanes” y reducir la confrontación, haya adoptado ahora una de las banderas simbólicas del secesionismo. Su respaldo a esta red exterior pone en entredicho su compromiso con una política de normalización institucional y plantea serias dudas sobre su capacidad para marcar un rumbo propio, alejado de las tesis independentistas.
Además del elevado coste que supone mantener estas 24 delegaciones, muchas de ellas ubicadas en ciudades donde ya existen consulados y embajadas españolas, la existencia de estas oficinas genera duplicidades innecesarias y alimenta el discurso de una Cataluña separada del resto de España. Lejos de servir al interés general, estas estructuras parecen responder más a una lógica identitaria que a una estrategia eficaz de internacionalización económica o cultural.
Sánchez ha evitado, por ahora, confrontar directamente con Illa por esta decisión, quizás por su dependencia de los votos que el PSC consigue en Cataluña y que pone al servicio del líder socialista. Sin embargo, no son pocas las voces dentro del propio PSOE que ven con preocupación esta deriva. Mientras Moncloa trata de preservar la unidad institucional, el nuevo Govern catalán se lanza a reforzar mecanismos de representación exterior que ya fueron criticados duramente por la diplomacia española.
NOTA DE LA REDACCIÓN DE ELCATALÁN: elCatalán.es necesita ayuda para poder seguir con nuestra labor de apoyo al constitucionalismo y de denuncia de los abusos secesionistas. Si pueden, sea 2, 5, 10, 20 euros o lo que deseen hagan un donativo aquí).
necesita tu apoyo económico para defender la españolidad de Cataluña y la igualdad de todos los españoles ante la ley.

















