No se puede negar que Carles Puigdemont, el fugado, el del maletero, el del superpalacio de Waterloo, el “amigo” de Sánchez, es todo un plasta repetitivo hasta la saciedad. Este fin de semana, al parecer, se aburría mucho y nos ha dejado uno de sus discursos más contundentes y esclarecedores de los últimos años. En dicho discurso empieza alentando a los parroquianos de su “Iglesia” indicándoles que “es hora de abandonar el derrotismo”. Dicho así no es malo, salvo que significa que han estado derrotados y ahora mismo no se sienten así. ¿Por qué será? La respuesta la tiene el acongojado Sánchez y su tropa de mangantes institucionales. Pero de eso hablaremos más tarde.
Sigamos con el discurso del fugado quien continúa con uno de esos párrafos especiales que, los que nos dedicamos a analizar este particular mundo, denominamos “momento de enseñar el culo”. Puigdemont dixit “llega la hora de priorizar los recursos económicos y materiales al servicio de la independencia”. O lo que es lo mismo, empecemos a posicionarnos para conseguir ganar elecciones y empecemos a trincar por la causa que sin pasta no podemos ser independientes. Claro que, para eso, necesita “pasar página a la desmovilización y, sobre todo, a la desunión que (reconoce) es la madre de todos los males”. Y a partir de ahí incide en todo un párrafo magnificando lo que significa volver a “una conversación común”.
Traducción: con los que somos (sólo unos cuantos fieles feligreses de Junts) no llegamos a la independencia y si no “tocamos poder” y ganamos pasta para colocar afines y “desviar” a nuestro antojo, tampoco lo conseguiremos. Por lo tanto, y aquí está la gracia de la “instrucción” directa a Junqueras y su partido: o ERC deja de pactar y negociar presupuestos con el PSC-PSOE y se aleja de intentar reeditar el pacto de las izquierdas o “no articularemos una propuesta de acción con moral de victoria”. Es decir, que sin Esquerra no son nada y si nada son se van a enterar los electores lazionalistas que les han dejado solos luchando contra los elementos españolistas, cual Quijotes.
Es obvio que Puigdemont y su entorno están, a pesar de todo, envalentonados porque entienden que esta semana la “Ley de amnistía” se acabará pactando, aprobando y salvará los tres mil escollos legales y piedras en el camino que han situado la gente de la “fachosfera” compuesta por jueces, fiscales, políticos, prensa, radios y el mundo mundial. Menos en el caso de Europa, que para eso ellos (Junts, Psoe, etc.) son capaces de “crear opinión” indicándole a su tropa de medios de comunicación paniaguados lo que deben escribir e interpretar para inventar “un relato” más limpio y vendible como es el de la “Comisión de Venecia”.
Un exceso de confianza que tiene culpable con nombre propio y muchos apellidos: Sánchez y sus ministros, exministros, asesores, ex asesores, consejeros, exconsejeros, secretarios generales de partido, ex secretarios generales de partido, expresidentes de comunidades autonómicas, presidenta de la cámara, familiares, amigos y etc., etc., etc.…
Puigdemont, que sabe mucho de eso de aprovecharse de las debilidades del enemigo, va a chuparle la sangre a los socialistas hasta que no les quede gota que dar. Y, lo que es peor, o Sánchez y los suyos sufren un ataque repentino de dignidad política y tiran la ley de amnistía a la basura antes de tramitarla y convocan elecciones con urgencia, o tenemos amnistía en cuatro días a gusto del nacionalismo de la muy Santa Iglesia Puigdemoniana y para disgusto de dos terceras partes de catalanes que pasamos de esa tropa.
A los constitucionalistas catalanes y españoles (por favor no contar con el “aparato” del PSC que se ha vuelto más separatista que Laura Borrás y Miriam Nogueras juntas, ni con muchos de los comunes de “la Colau”, aunque sí cuenten con los que les votan…) nos toca volver a tragarnos sapos, aguantar desprecios, indiferencias, presupuestos excluyentes, idioma para aquí idioma para allá, y mucho, muchísimo, bla, bla, bla, nacionalista, sin sentido, que sigue sin pensar en la gestión de Cataluña ni en gobernar para los demás que no sean ellos mismos (los que viven y cobran de la política a costa de sus feligreses) y sus sueños independentistas.
Por cierto, gracias Salvador Illa. Gracias Pedro Sánchez. Vuestra es la culpa de lo que pase en nuestra querida Catalunya a partir de ahora. Aunque, tal como va el tema de las mascarillas y lo que está leyéndose en la prensa estos días, no sé si veréis el futuro sentados en un palco, en una pequeña habitación con barrotes o exiliados en vuestro Waterloo particular. En fin, ¡otra de palomitas, por favor!
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