Se podría decir que finalizando este segundo decenio del siglo XXI, la mujer está totalmente equiparada en cuanto a derechos respecto al hombre. No obstante el feminismo tradicional tiene que estar expectante para que no se produzcan situaciones de discriminación, para denunciarlas si se da el caso. De todas formas también tenemos que reconocer que desde los medios de prensa, radio y televisión, se difunden situaciones discriminatorias de la mujer que son parcialmente falsas, como la monserga de la brecha salarial entre hombres y mujeres, cuando en España no hay un solo convenio colectivo en el que los hombres tengan un salario superior al de las mujeres, por realizar el mismo trabajo. Donde solo existe la brecha salarial es entre los altos cargos ejecutivos de las grandes empresas, que en la mayoría de las ocasiones son multinacionales extranjeras, pero cuantitativamente representan un número irrisorio en el total de las mujeres trabajadoras.
Uno de los grandes logros del movimiento feminista, al margen de combatir las situaciones de discriminación, ha consistido en concienciar a las mujeres explotadas y maltratadas, de la injusticia de su situación, y en la España de hoy en día, al margen de la mayoría de las mujeres musulmanas que aceptan en gran medida la estigmatización que les imponen sus padres, sus maridos y los hombres de su comunidad, prácticamente todas las españolas saben perfectamente lo que deben y lo que no deben permitir.
La consecución de igualdad de derechos y de deberes entre hombres y mujeres, es un logro legítimo y necesario en toda sociedad moderna, y en esto están de acuerdo tanto las mujeres de derechas como las de izquierdas, pero la disyuntiva entre unas y otras surge cuando en esta concepción genérica aparecen cuestiones totalmente ajenas al movimiento feminista, que son consideradas tabúes en los partidos políticos y en las asociaciones de izquierdas, como la ideología de género, la ideología transexual, la criminalización de hombre por el simple hecho de ser hombre o la negación de la educación diferenciada entre otras. Curiosamente todos estos dogmas de la izquierda están inventados por hombres, que han impuesto estas nuevas ideologías a las mujeres de sus partidos y asociaciones; y a las pobres y resignadas mujeres de izquierdas no les ha quedado más remedio que pasar por este rasero ideológico masculino. Y a la aventurada mujer que se atreva a disentir de esta imposición ideológica, rápidamente es tachada de retrógrada y contraria al feminismo, cuando es precisamente todo lo contrario.
El filósofo alemán Arthur Schopenhauer, bajo una visión decimonónica no falta de una cierta misoginia, decía que la inseguridad hace que las mujeres siempre necesiten una referencia masculina. Así según el filósofo alemán, para las niñas es la de su padre, para las casadas la de su marido y para las viudas la del párroco, y yo añadiría que para las mujeres de izquierdas la del macho alfa socialista, podemita u cupero. Además, y para colmo, estas mismas mujeres en muchas ocasiones sufren el acoso sexual de sus compañeros de partido, que simple y llanamente les meten mano, y por ello conociendo la catadura moral de muchos de sus cuadros, estos partidos de izquierdas y nacionalistas se han visto obligados a implantar protocolos de actuación inmediata -que no siempre se han aplicado- para sancionar estas conductas. No es óbice recordar casos recientes en el PDECAT y en la CUP.
Por otro lado, llama la atención que los partidos políticos que más profesan consignas feministas, son precisamente en los que se producen más situaciones de acoso, mientras que en los partidos de derechas casi nunca pasan estas cosas. No deja de ser curioso constatar que la CUP, ERC, PDECAT, Junts per Cataluña, PSOE, Unidas Podemos, las Mareas, los Comunes y Ciudadanos tienen protocolos de actuación en caso de acoso o abuso sexual, mientras que en el PP que no tiene protocolo, si se produce una situación de este tipo, se remite al Comité de Garantías y Derechos. Curiosamente al partido VOX que falsamente se le ha acusado de ser antifeminista, no tienen ningún protocolo seguramente porque no le hace falta tenerlo, como tampoco es necesaria una charcutería en un país musulmán.
Mientras las acciones reivindicativas de las mujeres de izquierdas están teledirigidas por sus jefes, las mujeres de derechas, que son las auténticamente liberadas de estos dogmas de la izquierda bajo el mandato de un sentido común ajeno a cualquier ideología impuesta, interactúan con naturalidad cuando defienden los derechos aparejados a su condición de mujer. Se podría concluir por ello que las mujeres de derechas están luchando para proteger los derechos de las mujeres de izquierdas, que están mediatizadas por los hombres de izquierdas.
Las mujeres de derechas están orgullosas de defender su condición femenina, como los hombres estamos orgullosos de defender nuestra condición masculina, aunque algunos esto no lo tienen muy claro, pero esto es materia para otro artículo.
Juan Carlos Segura Just
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