En L’Hospitalet de Llobregat, como en la mayoría de poblaciones de Cataluña, hay un número notable de separatistas. Pero en la segunda ciudad de esta comunidad autónoma en número de habitantes, por suerte son minoritarios y solo pueden ejercer el derecho al pataleo. De hecho, solo tiene presencia en el consistorio un partido de este tenor, ERC, porque la CUP y JxCAT perdieron su representación en las elecciones municipales de 2019.
En esta ciudad, que gobiernan los socialistas desde las primeras elecciones democráticas celebradas en 1979, hemos encontrado en sus calles algunas imágenes anecdóticas, pero que muestran la opinión de parte de sus vecinos sobre un separatismo que ha llegado a tales cotas de fanatismo, victimismo y pesadez, que muchos están hasta las narices de soportar su ‘raca-raca’ persistente e incansable.
Un vecino indignado con la imputada Laura Borràs dejó en un cartel electoral su opinión sobre su trayectoria e ideología, tal y como se puede ver en la imagen adjunta, que estaba en el centro de la ciudad. Lo hizo de manera radical y cuestionable, pero si consideramos que la actual presidenta del Parlament se empeña en definir a una democracia consolidada como la española como una especie de país totalitario no es de extrañar que sus detractores sean tan vehementes como lo es ella a la hora de atacar a España.
También en el centro encontramos una imagen curiosa, con un cartel de Carles Puigdemont acompañado de un mensaje de salvación. Igual es una casualidad, igual es un mensaje de redención para todos aquellos que todavía no han visto en el mesías de Waterloo el auténtico cordero del 3%. Desde luego, Cuevillas, Comín, Boye y a muchos otros que han creído en el “señor” de Junts, sí que han estado a “salvo”. Al menos sus billeteras.
Los ‘antisistema’ pijeras de la CUP, esos revolucionarios que en su mayoría han visto a los obreros y campesinos en fotografías o en un cine-club anticapitalista al proyectar ‘Novecento’, también han causado alguna que otra opinión discordante. Fue en un barrio periférico de L’Hospitalet, y allí se glosó, con una ortografía mejorable, pero con una claridad manifiesta, lo que muchos piensan sobre estos niños de papá jugando a salvadores de la clase proletaria.
El “ampliar la base” del independentismo todavía no ha acabado de triunfar en L’Hospitalet, aunque ERC sigue mejorando posiciones. Pero mientras quede creatividad y un rotulador, muchos vecinos les dirán a los secesionistas que piensan de ellos. Aunque la Generalitat ponga un impuesto por el uso de la tinta para financiar las colaboraciones de Pilar Rahola o Toni Soler en TV3.
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