Sin duda alguna lo que esta aconteciendo durante estos últimos años en Cataluña supone la mayor amenaza y desafío para nuestra democracia, superando en peligrosidad al intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981.
Evidentemente reviste mas gravedad la proclamación de una república en una parte del territorio español, que queda amputado definitivamente del resto de la Nación, que un asalto al Congreso que pervierte el sistema democrático, pero cuyos efectos son provisionales y temporales.
El 23-F no tuvo repercusión social, y de hecho durante aquellas largas horas, ni los partidarios ni los detractores de la intentona salieron de sus casas, y sólo se produjeron importantes manifestaciones en diversas ciudades españolas, una vez Tejero abandonó el Congreso de los Diputados.
Sin embargo es indudable que la fantasmal república catalana, goza del apoyo de algunas personas, que se están organizando en lo que se denomina Comités de Defensa de la República CDR, que bien podrían denominarse Comités de Defensa de la Nada, porque defienden una cosa que no existe y que nunca ha existido.
Mucho se ha hablado durante los últimos años, sobre como se expresaría la frustración de muchos independentistas, cuando contemplasen el rotundo fracaso de su anhelada república y el encarcelamiento de sus líderes.
Esta impotencia se esta canalizando por medio de las actividades violentas que generan los CDR, con cortes de carreteras, autopistas, vías de ferrocarril y episodios de guerrilla urbana, que se están convirtiendo en ensayos preparatorios para una futura huelga general.
Algunos analistas políticos ya están empezando a hablar de ambiente social prebélico, porque los separatistas supremacistas, han percibido que no pueden vencer al Estado de derecho utilizando cauces legales o políticos, y la única esperanza que les queda es el uso de la fuerza.
No sé si llegaremos a ese extremo, y por supuesto no me fío de los que hablan de la ‘revolució dels somriures’, y se dedican a dañar Juzgados, edificios públicos, o increpar a ciudadanos por el simple hecho de considerarse españoles.
En sectores populares defensores de la unidad de España y del Estado de derecho, sustancialmente mayoritarios en Cataluña, como se desprende de las cifras obtenidas en los últimos comicios autonómicos, se están empezando a realizar llamamientos para neutralizar a estos CDR minoritarios, con movilizaciones populares que expulsen a los violentos CDR de nuestras calles y carreteras.
Intentar paralizar un Comunidad Autónoma con un puñado de fanáticos, por medio de acciones delictivas que utilizan la coacción y la fuerza, constituye un error gravísimo, porque por su magnitud nunca se consigue paralizar totalmente la región, y por lo tanto los cortes de tráfico terrestre, lo único que consiguen es crear problemas a los ciudadanos y enemistades hacia el separatismo.
Napoleón decía que cuando el enemigo se esta equivocando, no hay que interrumpirle, pero el separatismo ha llegado a un nivel de tal de sinrazón, que nada nos hace pensar que vayan a declinar su actitud, por lo menos a corto y medio plazo.
Para detener la insurrección separatista debe de aplicarse lo que denomino Teoría de las tres Fuerzas. Evidentemente la primera fuerza que actúa, ha de ser la fuerza de la Ley. De hecho esta fuerza ha sido suficiente para aplacar la intentona de golpe de Estado del 1 de octubre, porque sus promotores han ido desfilando dócilmente por el Tribunal Supremo, por la Audiencia Nacional y por Juzgados ordinarios, cuando se les ha requerido. Amén de otros que han optado por evadirse de la acción de la Justicia, refugiándose “momentáneamente” en el extranjero.
En el supuesto de que los golpistas, ya fuesen dirigentes políticos o simples individuos de los CDR, desatendiesen los requerimientos de los Tribunales, manifestando que no obedecen a la Ley, entonces debería de entrar en acción la segunda fuerza, que corresponde a las fuerzas de seguridad del Estado (Policía nacional y autonómica, Guardia Civil y Fuerzas Armadas), para mantener el orden público y obligar a los rebeldes a acatar la Ley.
En el caso extremo de que ni la primera fuerza, ni la segunda fuerza, pudieran contener una insurrección generalizada, entonces debería de intervenir inexorablemente la tercera fuerza, la más definitiva, que es la fuerza del pueblo que defiende a su patria.
La Teoría de las Tres Fuerzas lo único que pretende demostrar es que son por este orden: primero los gobernantes, luego los jueces y finalmente las fuerzas de seguridad, las que tienen la obligación de contener la violencia del separatismo excluyente. Mientras que nosotros, la sociedad catalana, debemos depositar nuestra confianza en nuestras instituciones públicas.
Esto no quita que para estar entretenidos,arranquemos algún lacito o alguna estelada de vez en cuando.
Juan Carlos Segura Just
Doctor en Derecho
no recibe subvenciones de la Generalitat de Catalunya.
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