La pandemia es una realidad que ha sorprendido a toda Europa, lo hizo allá por marzo y lo ha vuelto a hacer ahora. Es cierto que hay países que lo han afrontado mejor y poseen mejores cifras, pero en general el COVID-19 ha sorprendido a todos.
Pero la respuesta dista mucho en los países de nuestro entorno. Ayer conocíamos que Alemania había tomado la decisión de cerrar todo el ocio nocturno. y Merkel anunció compensaciones a todas las empresas obligadas a cerrar, un 75% para empresas de hasta 50 empleados. Medida concreta.
A su vez Macron anunciaba un nuevo confinamiento en toda Francia hasta el próximo 1 de diciembre, y asumía toda la responsabilidad en primera persona, sin titubeos: “Mi responsabilidad es proteger a todos los franceses y a pesar de las polémicas y dificultades asumo mi responsabilidad plenamente”.
En cambio en España vemos como el Gobierno decretó un estado de alarma que en principio pretendía extenderlo durante 6 meses sin ofrecer ningún tipo de explicación al Congreso de los Diputados y que finalmente parece que será de 4 meses.
Vemos a cada comunidad autónoma tomando decisiones a su libre albedrio y mientras tanto la sensación de la ciudadanía es que nadie está a los mandos del barco.
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