Es ya de sobra conocido la importante, si no ingente, cantidad de dinero que los Fondos de Recuperación de la Unión Europea nos brindan, con 140.000 millones de euros del Mecanismo de Recuperación y Resilencia (MRR) y los adicionales 10.898 millones de la Ayuda a la Recuperación para la cohesión de los territorios de Europa. Considerando que lo más relevante de estos montantes es que no computarán como deuda pública, por lo que es una inyección directa y sin coste para nuestro proceso efectivo de recuperación.
Con la magnitud de estas cifras (12% de nuestro PIB de 2020, que supone una media lineal de 4% anual de aportación a nuestro PIB en el plazo de los 3 años de vigencia del plan), me temo que la clase política española, con el gobierno al frente, está únicamente confiando en estos fondos para que sirvan de rescate y revulsivo económico, sin más que hacer que ir repartiéndolos a la velocidad adecuada.
No sería de extrañar esta desidia y pereza, ya que estamos acostumbrados a la falta de reacción y de proactividad desde hace ya años. Al igual que ha sucedido con la pandemia, donde sólo se ha ido a la zaga de los hechos y se apuesta el todo por el todo por las vacunas. Tal vez así se entiende mejor la batalla política que nos están dando estos días, sin tener capacidad de concentrarse en la gestión efectiva de esta pandemia y de la recuperación económica.
Estas muestras de desidia pueden hacer truncar todo atisbo de mejora y ser la puntilla hacia un laxo pero inexorable camino de decadencia en nuestra economía y en nuestra sociedad. Un proceso de “argentinización”, como le sucedió a nuestro país hermano en el siglo pasado.
La única medida adoptada para la utilización de los Fondos Europeos ha sido la eliminación de controles, bajo el supuesto amparo de facilitar su agilidad. Y ya nos conocemos, la falta de control en España sólo lleva a niveles de corrupción salvaje, ya lo hemos visto recientemente salpicando a todos los niveles del Estado y la sociedad. Repito, que ya nos conocemos!.
Como muestra, el incomprensible rescate a la línea aérea “bolivariana” Plus Ultra con 53 millones de euros y una casi inexistente actividad empresarial en España (¿favores debidos?) o la petición de 300 millones de euros por parte de Mediapro, en manos de un multimillonario cuyo mayor anhelo es destruir nuestra sociedad, salpicado de incontables casos de corrupción y sin valor estratégico alguno para nuestro modelo económico, añadiendo que acaba de avalar la junta de Joan Laporta con la desdeñable cifra de 30 millones de euros. El país del Lazarillo de Tormes.
No sólo tenemos el riesgo de una corrupción como nunca la hemos visto, que considero muy posible, si no que los fondos sean empleados en proyectos sin multiplicador económico, y al final sólo alimenten unas cuantas nóminas y algún gasto superficial, como un nuevo Plan E a ninguna parte.
Asimismo, si no nos dotamos de las reformas estructurales que nuestro modelo económico y también político necesita para adaptarse a los condicionantes del siglo XXI: progresiva liberalización económica y de mercado, revisión y ajuste del gasto público a necesidades reales, despolitización, desburocratización, etc…. El efecto de los fondos será mucho más que limitado.
Podemos enderezar el rumbo del país y sumarnos al furgón delantero de las sociedades pujantes de este siglo o, por pereza, desidia y abandono, empezar a decaer en una senda de continuo declive. En nuestras manos, como sociedad civil, está exigir el cambio necesario de rumbo.
Jorge Fernández-Argüelles. Managing Director Corporate Intelligence Partners
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