
Un maratón de conciencia contra el terrorismo, el del tiro en la nuca y el de la post-violencia, a través de una película y dos documentales. La Asociación por la Tolerancia, voz viva contra el terrorismo y de apoyo a sus víctimas, nos tiene acostumbrados a ello. Y no es fácil mantener viva y alta esa voz porque los tiempos son duros, el nacionalismo periférico otra vez lo impregna todo y ahora es sostenido también por el Gobierno de la Nación que lo alienta, y promueve que se extienda a otros lugares.
Así que las esperanzas de la gente preocupada por esa situación y con deseos de acabar con la misma, después de tanto tiempo de luchar infructuosamente contra ella, son más débiles. Y ante la impotencia se busca la evasión, no la conciencia.
Pero esa voz de la conciencia sobre el terrorismo y su entorno, sus efectos, sus logros, sus víctimas, y la necesidad de que sin que se haga justicia, y aún no se ha hecho, no se puede pasar página, sigue sonando año tras año a través de esos Ciclos de Cine.

Enlazado con todo ello, Iván Teruel, presentó el magnífico libro de Carlos Rodríguez Estacio “La tribu caníbal”. No podía haber mejor marco para un libro que pone sobre el tapete la verdad que no puede oscurecerse ni ignorarse: los hechos que ocurrieron, los efectos terribles que desencadenaron, y la necesidad social de superarlos mediante la única salida posible: hacer justicia. por encima de los intereses de quienes pretenden que se olviden los hechos y vivamos con toda normalidad sobre sus efectos.
Os confieso que yo hubiera estado allí horas, escuchando las palabras de Carlos e Iván, y absorta ante el interés que el asunto despertaba en los asistentes.
Pero como ya os digo, aquello fue un maratón, y por ello faltó tiempo para esas horas de debate sobre el tema que plantea el libro de Carlos, sobre el tema que la Asociación por la Tolerancia y otros muchos mantienen vivo: lo sucedido; la escasa atención a las víctimas; la necesidad de cortar la impunidad con que los que amenazaron, extorsionaron, delataron y asesinaron a tantos conciudadanos por pensar distinto, pueden pasearse impunemente de nuevo por las calles que regaron de sangre, y tropezarse altanera y chulescamente con los familiares y huérfanos de sus víctimas; la necesidad de hacer justicia encontrando y haciendo pagar a los asesinos que jamás pagaron por sus crímenes; la imperiosa necesidad de sanear de exterroristas a la sociedad y a las instituciones en que provocativamente se asientan hoy; y, finalmente, la absoluta necesidad de someter a nombres y tiempo al juicio justo de la sociedad y los tribunales, como sucedió en Alemania.

Mucha ambición para lo que hoy tenemos, es verdad. Pero indeclinable ambición que algún día deberá llevarse a cabo para depurar de verdad responsabilidades y cerrar heridas. Cada año que asisto a esos Ciclos de Cine me digo con tristeza “pues esto no se va a lograr todavía” pero también me digo con optimismo “pero las voces que lo reclaman no desaparecen”.
Esta vez, junto a esas voces estaba magnífica y deslumbrante la voz de un sevillano que se ha considerado parte en el asunto, ¡olé!, y que con su imprescindible libro ha colocado el tema nuevamente en la conciencia intelectual y moral de España. Gracias, Carlos Rodríguez Estacio.
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