Las escuelas catalanas públicas, tanto públicas como privadas, seguirán profundizando en el adoctrinamiento infantil mientras la Generalitat ataca a PP, Vox, Valents y Cs por protestar ante la conversión de las aulas en centros de propaganda.
Los secuaces de ERC, CUP y Junts podrán seguir creando chiringuitos separatistas malgastando dinero público a espuertas sin ningún control del Tribunal de Cuentas, que ya ha sido desactivado tras el pacto de la vergüenza entre PSOE y PP.
Las universidades catalanas seguirán su camino para convertirse en instituciones que no producen conocimiento, sino legitimación de todas las barbaridades separatistas. Se hará la vida imposible a los docentes desafectos con el separatismo hasta que abandonen sus cátedras para poner en su lugar a un fanático secesionista que defienda que la Cataluña independentista es el pueblo escogido.
Ante este panorama solo queda la rebelión cívica, pacífica y democrática ante el fanatismo de unos partidos secesionistas que se venden como «democráticos» pero que han convertido la estelada en un arma arrojadiza para señalar a los millones de catalanes que, según las formaciones independentistas, no merecen ser catalanes.
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