En diecisiete meses habrá elecciones municipales, que es mucho tiempo en política. Pero en la vida política local cuando se lleva una deriva de varios años en lo que casi todo se hace mal, por muchas cintas inaugurales que cortes en los últimos meses de mandato es casi imposible remontar.
Por supuesto, hablamos de Barcelona y del desastre de alcaldesa que responde al nombre de Ada Colau. Su mala gestión la arrastrará y facilitará las cosas a Esquerra, sea su candidato Ernest Maragall u otro más joven. Muchos esfuerzos habrá que unir para evitar que, tras el populismo de los ‘comunes’, la segunda ciudad de España caiga en manos del totalitarismo de Esquerra Republicana.
El deterioro de la ‘marca Barcelona’ perjudica la buena marcha de los negocios de muchos empresarios, que están deseando echarla de la alcaldía. Algunos ya dan por bueno a ERC, lo que indica la magnitud del desastre. Colau posiblemente se quite de en medio y se vaya con Yolanda Díaz a la política nacional, y así evitar la derrota.
Sea como sea Esquerra Republicana no es la solución. Urge encontrar una respuesta no separatista a la alcaldía de Barcelona que sea ganadora y saque a la capital catalana del desastre. Y Collboni, que ha sido cómplice del desastre de Colau no es el camino. NI él, ni los socialistas que han formado parte del equipo de gobierno municipal, tan responsables del desastre como la alcaldesa.
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