El Programa 2.000, que fue el documento fundacional de la operación de ingeniería social que luego culminaría en el proceso separatista, reproducía el esquema de creación de la nueva Cataluña que el nacionalismo de Jordi Pujol quería imponer. Se trataba de reescribir Cataluña como una «nación» sin apenas lazos con el resto de España.
Los sucesivos gobiernos autonómicos presididos por Jordi Pujol regaron a un montón de entidades culturales, convenientemente dominadas por el nacionalismo, para propagar la visión del folklore y la cultura catalana cuidadosamente diseñada por el nacionalismo, primero, e independentista, después. Dónde nunca se habían celebrado ‘correfocs’ o se habían bailado sardanas – como en los barrios periféricos de Barcelona – se comenzaron a ver todo tipo de actividades de este tipo.
Las actividades culturales provenientes de otras regiones de España llevadas a cabo por las casas regionales en Cataluña estaban durante el pujolismo bajo el paraguas de los sucesivos departamentos de ‘Bienestar Social’, como si fueran cosas a extinguir por no ser “autóctonas”, mientras que las que el nacionalismo bendijo como “propias”, contaban con el amparo del Departamento de Cultura.
Todo por contribuir a construir una Cataluña inventada sin apenas lazos con el resto de España. Y en eso seguimos, con un montón de instituciones dominadas por el PSC subvencionando generosamente desde hace décadas, y ahora que mandan en la Generalitat todavía más, el folklore que el nacionalismo vende como la representación de la única Cataluña posible, la que ese Jordi Pujol tan reivindicado por Salvador Illa diseñó y sus herederos han defendido.
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