El 11 de septiembre de 1714 es una de las fechas a las que más se recurre en los libros de texto catalanes, para inculcar la idea de que Cataluña es una nación invadida por España. A continuación se citan las falsedades más destacables en los que se apoya ese relato.
La guerra de Sucesión simplemente fue una guerra civil entre los partidarios de que el trono de España lo ocupara Felipe de Anjou, de la dinastía de los Borbones, que luego fue el rey Felipe V de España, y los partidarios de que lo ocupara el Archiduque Carlos, de la dinastía de los Austrias, que luego fue el emperador Carlos VI del Sacro Imperio Romano Germánico. Había partidarios de los dos candidatos en todas partes, es decir que no todos los catalanes eran austracistas, ni todo el resto de españoles era borbónico. En definitiva, que no fue una guerra de secesión para conseguir la separación de Cataluña respecto al resto de España, como dicen los secesionistas.
En los libros de texto no se dice que Rafael de Casanovas siempre luchó por una España unida, pero que estuviera gobernada por el archiduque Carlos, no por una Cataluña independiente. Ni tampoco se dice que cuando el archiduque Carlos fue nombrado rey por sus partidarios, lo nombraron como Carlos III, rey de España, no solo de Cataluña.
Se presenta a la Cataluña de 1714 como una sociedad de corte parlamentario y pactista, cuyos dirigentes políticos no querían nada para ellos, sino solo para su pueblo. En cambio, a Felipe V se le presenta como un rey absolutista, dictatorial, obsesionado en acabar con los derechos de los catalanes, su cultura, su lengua y sus riquezas. No se dice que, en realidad, los únicos que tenían miedo de perder sus privilegios eran las familias ricas de Cataluña, la llamada oligarquía catalana, y que los derechos de los ciudadanos de a pie, quedaban mucho mejor defendidos en aquellas regiones de España en las que la figura del monarca ponía freno al régimen servil y de vasallaje que ejercían los poderosos del lugar. Algo parecido a lo que sucede ahora en algunas Comunidades Autónomas.
Tampoco se dice que en 1713 fue un gran error por parte de los dirigentes catalanes mantener la guerra contra Felipe V, porque ya solo apoyaban al archiduque Carlos los gobiernos de Cataluña y Baleares, dado que en 1707 tanto Valencia como Aragón ya habían aceptado que el rey de España fuera Felipe V, porque en 1713, con la firma del tratado de Utrech, los países europeos que apoyaban al archiduque Carlos ya no estaban dispuestos a seguir en la contienda, y porque en dicho tratado, Felipe V se había comprometido a dar el mismo trato a los catalanes que a los castellanos. Mantener la guerra en una clara desigualdad de fuerzas, hasta el último día y pese a la dimisión de su mariscal, Antonio de Villarroel, porque él quería evitar una matanza de mujeres y niños, significó la muerte inútil de miles de catalanes y el exilio de otros muchos.
Otra de las falsedades que se repite es que los Decretos de Nueva Planta promulgados por Felipe V fueron una imposición del derecho castellano sobre el aragonés, cuando fueron tan nuevos para Castilla como para Aragón, y que perjudicaron enormemente a los catalanes, cuando fue justo lo contrario, ya que todo el tráfico con los países americanos se trasladó de los puertos atlánticos al de Barcelona y todo el vil, pero muy lucrativo, tráfico de esclavos negros desde África hasta América se le concedió a Cataluña en monopolio. La consecuencia de todo ello fue que en solo cincuenta años Barcelona multiplicó por cuatro su economía y su población.
A los alumnos se les debe enseñar la verdad histórica, no una visión sesgada por los intereses políticos de sus dirigentes. La realidad es que el 11 de septiembre de 1714 fue el día en que murieron innecesariamente muchos barceloneses, algunos muy jóvenes, porque se los convocó a partir de los 14 años. Y esto sucedió por el empecinamiento de las familias ricas catalanas en defender sus privilegios, lo cual disimularon diciendo que lo hacían porque querían otro rey mejor en el trono de España. Y la visión de los nacionalistas secesionistas actuales todavía es más falsa, porque presentan esta guerra como la defensa de una nación atacada por otra.
La consecuencia de todo lo expuesto es que el 11 de septiembre los catalanes no tenemos nada que celebrar, incluidos aquellos que son secesionistas porque ni fue una guerra de secesión, ni fue una victoria. Si se piensa en cual podría ser el día de Cataluña, el día en que todos los catalanes se sienten unidos entre sí, tal vez se ha de pensar en el 23 de abril, el día de Sant Jordi, porque ese día sí que tiene asegurado su carácter festivo y la presencia de todos los catalanes en las calles, sin necesidad de convocatorias y por muchos años que pasen.
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