Más de un año después del comienzo de la pandemia el deterioro de la Sanidad pública es cada día mayor. Antes del inicio de la misma, el sector público sanitario ya estaba colapsado tras décadas de recortes y ahora nos encontramos ante un dramático panorama que sufre el personal sanitario, pero sobre todo pacientes y familiares.
Se podría evaluar el estado de un país observando cómo están sus hospitales públicos, y en Cataluña asistimos al desmantelamiento y la deshumanización de la sanidad pública.
Nos encontramos en un mercado sanitario que esconde un sistema competencial entre centros sanitarios por el dinero público que suponen los pacientes rentables. ¿Qué entienden en Sanidad pública por un paciente rentable? Fácil respuesta, un paciente joven con una sola patología.
Cierto es, y sólo debéis visitar un hospital para daros cuenta de la deshumanización y la carencia de ilusiones en aquellos profesionales que tienen nuestras vidas en sus manos y de sus decisiones depende que tengamos una mínima probabilidad de vida si tienes más de una patología y más de sesenta años ( en algunos casos incluso menos).
La Sanidad pública tiene que ser rentable y exitosa para recibir premios y fondos públicos (y privados). Un médico hoy tiene un primer mandato de los gerentes del centro, y de los jefes de equipo en segundo lugar, muy claro y preciso, optimizar el coste con la única limitación de no cometer negligencia médica.
A todo esto le continuó llamando deshumanización del paciente, y más en plena pandemia donde los médicos se han olvidado de comunicarse con el enfermo, la familia y conocer su entorno y antecedentes, ya no comentar la desconexión entre profesionales de distintas especialidades, en detrimento de pacientes con múltiples patologías que a pesar de presentar mejoras en su evolución, un comité de expertos decidió dejarle morir semanas antes, pues no es rentable para sus jefes y su tasa de éxito se vería mermada.
No sólo se trata de un robo, sino también de un crimen, porque lo pagamos con nuestra salud y nuestras vidas. Este ataque cotidiano a nuestros derechos se realiza al amparo de leyes estatales y autonómicas bajo la complicidad directa de gobiernos de todos los colores políticos.
La mayor parte del dinero es destinado a a vacunas, pruebas diagnósticas, fármacos de dudosa eficacia y hospitales de manera innecesaria, mientras permanecen cerradas miles de camas y miles de personas (y sus respectivas familias) esperan el triste desenlace desencajados, sin entender nada y sin derecho a elegir y/o opinar.
¿Cuántas muertes serían evitables si no hubiera diagnósticos tardíos o se re-evaluara la situación evolutiva del paciente?
De nada sirve que las familias denuncien a hospitales y médicos por haber dejado morir a sus seres queridos, cuentan con la complicidad de los gobiernos y jueces viendo cómo se archivan las mismas y como previamente entre médicos se protegen pues mañana pueden ser ellos quién tengan que tener que decidir quién vive y quién no.
Todo lo descrito, lo estamos viviendo en primera persona en uno de los hospitales de mayor reputación dentro de la sanidad pública como es el hospital Vall d’Hebron de Barcelona.
Un diagnóstico tardío y casual, con una única patología previa no tratada durante años diferida en el tiempo pese a conocer cuál debería ser el procedimiento final, acaba en paliativos a pesar de que la paciente se encuentra estable y con fuerzas de ser operada; un comité de médicos decidió que no era operable por complicaciones posteriores generadas en el mismo hospital por ahorrar pruebas diagnósticas, a pesar de haberse recuperado de las mismas.
En este trágico desenlace, aún no producido han participado múltiples especialistas que ahora, vía telefónica sólo se dedican a difundir información sesgada y culpabilizando verbalmente a otros departamentos excusándose que ellos no pueden decidir.
Estamos convencidos, que después de leer este artículo de opinión, miles de familias se ven y sienten identificadas. Solo nos queda la difusión y movilización popular para poner fin a la deshumanización, pagada con nuestros impuestos a lo largo de nuestra vida.
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