Viéndolo desde dentro y siendo partícipe de las decisiones que se adoptan, debo romper una lanza por los compañeros de la Junta de la “Plataforma por Tabarnia”.
Mucho se ha dicho respecto de la convocatoria y desconvocatoria formulada por nuestra incipiente asociación para ayer domingo 25 de febrero y, ante ello, permitidme retome mi columna de opinión en este medio, tras unas semanas ausente por causas médicas felizmente resueltas, aportando mi balance de la situación con la sana idea de clarificar el aparente sinsentido que se publicitó tras la prórroga en favor del 4 de marzo.
Antes de hablar de dicho cambio de fecha me gustaría hacer mi reflexión personal acerca del uso de lo que hemos denominado “espejo”, como apuesta que caracteriza la dinámica de actuación del denominado Gobierno Tabarnés en el exilio. La ironía ha sido la opción considerada más útil y evidente para hacer entender, conscientes de las limitaciones comprensivas de muchos de los destinatarios de nuestros mensajes, enfermizamente imbuidos en el fanatismo separatista, para que, de una vez por todas, asuman los errores y consecuencias derivadas de sus delirios y obsesiones.
La intención, por tanto, es usar la visualización de las incoherencias de sus actos para que acaben por reconocer que los argumentos históricos, económicos, sociales, mediáticos, etc., vilmente manipulados y cocinados en un ansia tergiversadora y adoctrinante desmedida, acabe por tornarse en su contra.
En este sentido ya vamos viendo como algunos gurús de este circo van blanqueando el engaño, manifestando que la apuesta pestilente hacia una ruptura con apoyo minoritario y coherencia nula, al albur de una burbuja inflada que maneja expectativas sin ningún futuro, ha logrado alcanzar la cima del hazmerreir mundial. Con el agravante que supone para la credibilidad de todo un pueblo emprendedor y dinámico como es el nuestro ser desgraciadamente ubicado, por la actuación de una minoria social abducida, como los bufones políticos universales sin argumentos ni lógica pero, eso sí, con llamativo lacito en la solapa.
Desconocemos el impacto social que podemos alcanzar, pero somos conscientes de que nuestro éxito será proporcional a la bondad de las medidas adoptadas y la claridad de miras con las que nos posicionemos, dando batalla frente a la ruina, ridículo y sinrazón que el separatismo lleva en su ADN. En cualquier caso, conocemos cual es la componente en la que podemos aportar mayor valor añadido, de la mano del mencionado enfoque irónico, siempre con la idea de sumar, buscar sinergias y complementar en la partida de ajedrez que muchos lidiamos frente a la inconsistencia secesionista.
Pero, en todo caso, sin perder de vista en ningún momento que existen entidades que han capitalizado y tienen la experiencia suficiente para continuar siendo protagonistas y referentes dentro del reparto de funciones en el tablero. Con ellas debemos sincronizar y hacer frente común aprovechando la especialización y el saber hacer que a cada una le caracteriza.
Respecto al cambio de fechas que da título a mi escrito quiero poner en valor la valentía que supone reconocer el error al elegir como fecha el 25F. No me cabe duda que la fijación de ese día pudo verse afectada por el frenesí desbordado y las ganas, sin tener en cuenta la planificación de eventos. Hemos aprendido la lección y pondremos en valor, en adelante y como merece, el calendario y sus coincidencias.
Lo cierto es que la posibilidad de ser señalados como causantes de una posible fuga del Congreso Mundial de Móviles (MWC) no íbamos a permitirla, facilitando o poniendo en bandeja una visualización evidente de la fractura social que existe, como consecuencia de la pesadilla del “prucés”, pero no conviene evidenciar cuando lo que nos interesa es defender lo mejor para nuestra sociedad. Y, sin lugar a dudas, una salida del MWC fuera de España es algo indigerible para los que realmente amamos nuestra tierra y nuestro país.
La riqueza derivada de la realización de dicho evento singular y mundial en esta gran capital española no se debe poner en riesgo y, evidentemente, no seremos nosotros los que juguemos con los ingresos, los puestos de trabajo, la riqueza y el caché que aporta celebrar este magnífico certamen en la capital gobernada por la Sra. Colau y los suyos. A los que les rindo la pleitesia que merecen.
Nos vemos el 4 de marzo.
Por Javier Megino
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