Partiendo de la caza de brujas del independentismo, buscando traidores en sus propias filas, no es de extrañar la “guerra contra el infiel” (en este caso el no secesionista) que acompaña desde su origen al Procés. Tampoco es de extrañar que esta semántica fanático-religiosa se adapte como un guante a este movimiento que se comporta de forma mesiánica y doctrinal.
Y este planteamiento dicotómico blanco/negro conduce inexorablemente a la premisa: o conmigo o contra mí, sin más matices, conformado dos bloques monolíticos buenos/malos, demócratas/franquistas, etc.
En cualquier otra causa esta simplificación sería despreciada por el conjunto de los partidos pero, desgraciadamente en este caso, la izquierda catalana y parte de la izquierda española asume a pies juntillas las premisas del independentismo.
Hay infinidad de motivos por los que un votante de izquierdas puede (o incluso debe) oponerse a estos movimientos secesionistas que ¡oh, sorpresa! surgen donde la riqueza per cápita está por encima de la media, donde se habla de derechos de territorios y no de personas, donde el fin justifica los medios.
Podría ser comprensible en el inicio de la democracia la reticencia de los partidos de izquierdas a la defensa de la integridad nacional debido al secuestro que hizo de ella la dictadura franquista, pero basta con un poco de perspectiva para comprender que la integridad territorial más allá de un mantra territorial conlleva (o debería conllevar) la igualdad de derechos y oportunidades así como la solidaridad entre compatriotas. Siendo esto último un posicionamiento nítidamente de izquierdas.
Sin embargo la semántica de titular ha arrollado incluso la más leve inmersión en el razonamiento político: o independentista o fascista. No hay más, es entendible que desde el secesionismo se repita esta consigna sin parar pero es patético que los partidos políticos de izquierdas la abracen incuestionablemente. O bien por asumirlo como cierto, o bien por vergüenza a aparecer con otros partidos de otro posicionamiento político.
¿Tan poco valen los argumentos propios que su validez depende de con quien coincidas en la conclusión?¿Acaso es la coincidencia con otros grupos políticos lo que determina si una idea/posicionamiento es válido o no?
Y llegados a este punto nos encontramos con la paradoja de que SCC (la entidad de los fachas para algunos) aglutine en sus manifestaciones votantes contrarios a la independencia, de izquierdas y de derechas, con un peso elevado del anteriormente conocido como “cinturón rojo”. No deja de ser sorprendente la desconexión entre votantes y políticos en este sentido que persiste más de una década después del inicio del procés.
Societat Civil Catalana es una asociación en cuya organización hay representantes de PP, PSC y Cs, galardonada con el premio Ciudadano Europeo. Es decir, es una entidad que aglutina sensibilidades de conservadores, socialdemócratas y liberales, reconocida a nivel europeo por su trabajo pero que, a pesar de ello, se considera fascista por una parte de la sociedad.
A pesar de esto, no son pocos los ataques vertidos sobre la entidad, como muestra un botón: en el digital “Público” se publican artículos con información no veraz con tal de introducir elementos que arrojan la duda de un supuesto carácter de extrema derecha, en algunos casos estos delirios incluso tratan de vincular a la entidad con simpatizantes del grupo griego de extrema derecha “Amanecer Dorado” e incluso con fundaciones franquistas. Y estos falsos vínculos son incluso patentes en Wikipedia que, si bien no es medio de comunicación es uno de los puntos de información que la población tiene como referencia para hallar información neutral.
Expuesto esto, es evidente que existe una campaña desde el independentismo y parte de la “izquierda española”nada disimulada para minar la legitimidad y vocación democrática de SCC con tal de socavar su capacidad de movilización y prestigio.
Todo con el objetivo de fortalezer la falsa dicotomía: Independentista o fascista, sin más opciones.
Es este pensamiento único independentista contra el que hay que hacer pedagogía, algo a todas luces complejo, dado que cualquier cuestionamiento del dogma ubica al librepensador entre los “fascistas”.
Tampoco es menor recordar que frente a aberración que supone la coincidencia de posicionamiento en defensa de la integridad territorial de PP-PSOE-Cs en encuentra la bienhallada entente PDCAT-ERC-CUP, en dónde las diferencias “izquierda”/derecha son baladí.
Así pues, un paso necesario es normalizar los puntos de encuentro entre izquierda y derecha, para asumir que la defensa de la igualdad entre españoles y la integridad territorial es un trabajo que puede y debe aglutinar a todo el espectro político, sin complejos (de la misma manera que sucede en las líneas independentistas). Y cualquier entidad que pueda imprimir este rumbo único a los partidos nacionales será bienvenida.
Esto debe ir acompañado con el cuestionamiento del pensamiento único en el que se fundamentan las tesis independentistas
Albert. R. García
Secretario de [email protected] Militante del PSC
(NOTA DE LA REDACCIÓN: elCatalán.es necesita su apoyo, en este contexto de grave crisis económica, para seguir con nuestra labor de defensa del constitucionalismo catalán y de la unidad de nuestro país frente al separatismo. Si pueden, sea 2, 5, 10, 20 euros o lo que deseen hagan un donativo aquí).
no recibe subvenciones de la Generalitat de Catalunya.
Si quieres leer nuestras noticias necesitamos tu apoyo.