Es recurrente decir que el “proceso” en Cataluña se inició cuando el Tribunal Constitucional suspendió algunos artículos de la propuesta de estatuto que votó el parlamento autónomo y que luego en el Congreso de los Diputados fue corregido. Pues bien, eso es una forma de verlo fundamentalmente auspiciada por los nacionalistas. En cuanto a la realidad, es harto discutible.
La “Asamblea de Cataluña” fue en los 60 y 70 una plataforma donde convergieron partidos sindicatos y grupos organizados, una operación de cierto éxito que con el pronunciamiento básico “Libertad, Amnistía y Estatuto de autonomía” consiguió ciertos pactos menos solidificados que lo que creíamos, solo ver lo que ocurrió en las primeras elecciones democráticas lo delata.
Cada uno se dedicó con cierta convicción, al “sálvese quien pueda”. Mientras, los nacionalistas vieron que la izquierda había hecho su trabajo 40 años y ahora, con sus pactos de intereses y capacidad económica, les tocaba a ellos gestionar el país, incluso a la gente. Y se pusieron a ello, la izquierda cansada o miope les dio facilidades.
Pues bien, ya en paralelo se daban los antecedentes de lo que hoy ocurre. La aparición años anteriores de Ómnium, de fundaciones como las de Carulla y otras iniciativas, trufadas de nacionalistas o “catalanistas” (ambiguo término que casi siempre lo soporta todo, pero no define nada), se mostraban como defensores de la cultura y a la vez irrumpían con mendaces mensajes históricos y críticas a lo que no oliese a catalán, con obvias raíces prehistóricas. Incluso muchos parecían creerlo.
Así y todo, eran otros muchos los que duramente militaban y defendían con diversos acentos la recuperación del Estatuto junto con la libertad y la amnistía para sus compañeros reprimidos. Los “catalanes auténticos” mientras, ¡fíjate como nos hacen el trabajo! se inventaban héroes inverosímiles como Casanovas o el de las cuatro barras, “el piloso”. ‘Barra’ la suya. No se atrevieron a apropiarse del Cid, aun los del INH [Institut de Nova Història] no predicaban sus barbaridades históricas subvencionadas.
Y entonces el chupinazo de salida, Banca Catalana, un timo de grandes dimensiones gestionado por Pujol, su llegada al poder, la institucionalización del modelo de la “ética catalana”, (con la falta de tan bello atributo en los españoles que se atrevían a denunciar sus desmanes económicos). Anti-catalanes sin duda. Y así durante casi una treintena de años.
En ellos se excluyó a intelectuales por expresarse en castellano, por ejercer críticamente sus trabajos artísticos, a empresas por no pagar comisiones y se premió a otras dándoles trabajos sin siquiera haberse constituido, se premió a cambio de favores económicos en época electoral, se preñó la administración, sus cargos, de nombres de catalanes de toda la vida, se publicitó que éramos 6 millones, como si ello significase algo, un barrio de Estambul vaya, y luego que el trabajo bien hecho tenía premio, sonrojante si no era el de Pujol.
Los diarios llenaron páginas con todo ello, pagadas espléndidamente, más cuanto mejor trataban y loaban a los que mandaban, CDC, UDC (CIU) y los que recogían migajas estos años haciendo como que algo no les gustaba, pero transigiendo en todo, ERC al frente y muchas asociaciones. ¡Ah, el asociacionismo en Cataluña!, ejemplo eficaz del clientelismo político hasta convertirse en herramientas del nacionalismo. Los reticentes eran ninguneados, no tenían subvenciones y se consideraban “extraños” a nuestro idílico país.
Pujol les decía a los periodistas si tocaba o no tratar un tema. Ferrusola era agasajada con gritos increíbles de los fans del estilo ‘Aixó es una dona‘ (¡Esto es una mujer!) con la connivencia de feministas contemplativas, muy catalanas eso sí.
Una pléyade de consejeros cuyo recuerdo y presencia apabulla en general por su común denominador de prepotencia, doblez de pensamiento y hasta si apuramos, presencia estética poco recomendable por aquello de que la cara es espejo…, vaya una colección donde brillaban los Prenafeta, Alavedra, Subirá, Puig, Collell, Sanuy, Cahner, Gomis, Comas, Más, Homs, Mascarell y otros muchos hasta llegar a estos aguerridos y aguerridas de últimas hornadas en puestos clave como Puigdemont, Junqueras, Gispert, Romeva, Forcadell, Homs… Y paro aquí, complétenlo el lector si tiene humor. Llegado a Torra y Torrent ya no hay palabras. Simple desagrado, soy educado.
Y aparecen los datos sobre el enorme expolio de la familia Pujol y Ferrusola, ejemplo señero de cómo se puede robar, -publicado en prensa extra catalana obvio-, y hacerlo con la colaboración de centenares, a cambio de participar en ello o comprado su silencio. Y con la aquiescencia de quienes tragan que, por nacer en este lugar, son mejores que otros, que merecen puesto especial en la historia, que somos los mejores, (Som els millors) y todo así vaya, como si lo hubieran escogido. Qué ignorantes. Los que miran las manifestaciones patrióticas saben que eso no cuela, tiramos a normalitos ética y no digamos estéticamente, con suerte.
Ahora, los lazos, el ectoplasma del presidente fugado en un despacho vacío, intocable, los lazos en asientos del parlamento, las manifestaciones de inocencia de los presos, los dineros que pagan fianzas millonarias que no se saben de donde salen… Y la bajeza moral de manipular a los niños, de su adoctrinamiento en pautas no democráticas. Haciendo golpistas para el futuro.
Si alguien del Gobierno o la delegada o la ministra de la cosa o el secretario de los socialistas despistados de ese catalanismo equidistante me lee, que me disculpe. Ya sè que solo es un breve muestra lo que comento, prometo rectificar y seguir aportando sobre atrocidades y contemplaciones beatíficas que nos tienen de los nervios a constitucionalistas o simplemente demócratas. Seguimos.
José Luis Vergara. Julio 2018
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