El gran poeta Celso Emilio Ferreiro escribió durante la dictadura, en 1962, una obra memorable “Longa noite de pedra” (Larga noche de piedra) donde la libertad anhelada, la opresión, la injusticia, daban triste aliento a su alarmado sentir por la terrible situación y, al mismo tiempo, la esperanza en salir de ella.
Un grupo musical de la época de los años 70, Aguaviva, tomó uno de los poemas que componen la obra “Spiritual” y lo interpretó con el nombre de “Creemos el hombre libre”. Hace un momento la encontré Curiosamente, antes de escucharla, había visto un video de la Universidad de Teherán donde un grupo de mujeres canta, adaptando la letra a su terrible situación, “El pueblo unido jamás será vencido” el ya inmortal himno que Quilapayún dio a conocer en todos los rincones del mundo y que se sigue entonando allá donde tenga que resonar.
Parece un ejercicio de nostalgia, así dicho, y quizás lo sea. Estas canciones, podrían acompañarse de otras como el “Canto a la libertad” del inolvidable Labordeta o escuchar de Alberti “A galopar” por boca de Paco Ibáñez. Es, sobre todo, volver a las bandas sonoras de nuestra vida, cuando hace años en España y en la medida de nuestras posibilidades, nos oponíamos a continuar con la larga noche de piedra y oscuridad y buscábamos el sol por cualquier rendija.
El eco de estas melodías es, en realidad, síntoma del desasosiego por lo que estamos viviendo hoy. No pretendo analizar todo lo que ocurre, la actitud autocrática del gobierno encabezada por Pedro Sánchez es bien conocida por quien quiera conocerla y no se refugie en seguidismos sectarios o que piense que no va con él eso de la perdida de Derechos Civiles o mengua de libertades.
Sabemos bien quienes ahora mismo nos atacan, haciéndolo con la máscara de los bien intencionados y garantes de las libertades. Son los peores enemigos, aquellos que, en base a antiguas confianzas y aprecios, ahora nos traicionan. Aquellos que en su mayoría no conocieron la ignominia de la dictadura, que no conocen ni los antecedentes ni la inconmensurable estupidez de una guerra entre hermanos que dejó el suelo embarrado de la sangre de los que se mataron sin pausa, muchos sin saber ni entender por qué y de aquellos que la maldad humana, que existe y a raudales, asesinaron a sus semejantes por envidias, odios y lucro personal.
Nada de heroico, nada de humano. Nosotros fuimos, una vez más, la prueba que “el hombre es el único animal capaz de matar en masa a los de su misma especie”. Ahora los más miserables, los cínicos y sin moral ni principios, dicen sonrientes que, por desenterrar un cadáver, la historia los recordará. Es su inmensa estupidez e iniquidad.
Lo dicen como si ello supusiera compensar tantos años de sufrimiento, tantas vidas perdidas. tantos odios creados y que ahora rescatan y alimentan para dividirnos, en su único provecho. Pretenden que una operación de mercadeo electoral sea aceptado como una hazaña. ¡Tarados!
Pero este no es el problema: sobre nombres, partidos y grupos ya sabemos mucho y los conocemos bien. Sabemos de su ultima razón: sobrevivir, mantener estatus y, en gran parte, asegurarse un salario ganado por actuar como un rebaño, consiguiendo lo que en la vida civil se les negaría por falta de calidad humana y profesional.
El problema comienza a ser la respuesta a tanta vileza. O peor, la falta de respuesta. Está claro quién ahora mismo nos agrede para hacernos menos libres más maleables y sumisos. Pero no tenemos tan claro quién nos defiende o cómo podemos defendernos. ¡Porque necesitamos defendernos, eso sí está claro!
Una tras otra, la medidas de su gobernanza van en contra de los intereses generales. Por otro lado, asistimos al comportamiento de una oposición carente de genio y valentía. Una sociedad desmovilizada, sumida en la preocupación de su supervivencia, en muchos casos ajena, cuando no despreocupada de los peligros que, como ciudadanos libres, nos acechan a todos. Lo personal, nuestras cuitas, parecen hacernos más egoístas y menos solidarios. Y, sobre todo, incautos y mucho más vulnerables.
Asistimos perplejos a que un aprendiz de dictador, nada más ni nada menos que el primer ministro, presidente Sánchez, nos mienta cada día hasta arrogarse todo lo bueno ocurrido en este país. ¡Incluso el “traer” La democracia y alumbrar la Constitución del 78, como acaba de decir!
Hay paralelismos inquietantes con la dictadura vivida hace años en España, el adoctrinamiento de los niños, a niveles delirantes en Cataluña y Vascongadas y más dañinos que entonces, la manipulación de los referentes históricos, la utilización de los medios públicos y privados subvencionados, la sustitución de la información por la propaganda y la creación de una casta dirigente seguidora y descaradamente sumisa a un líder que sueña con seguir haciendo lo que le dé la gana en su provecho, convirtiéndonos de ser ciudadanos a meros siervos.
Otro paralelismo es el miedo inculcado que en unos casos se oculta tras expresiones verbales críticas y en otros puramente con la inactividad o desentendimiento, como si las amenazas a la libertad solo afectasen a otros. Si eso es así, como lo veo con harto pesimismo, no hay que olvidar que nos queda lo más preciado, la dignidad, en nuestra verdadera condición de ciudadanos, libres e iguales.
Ahora es el momento de defendernos y actuar en cada espacio, en lo cotidiano, en la calle; dónde sea hay que buscar las formas y la creatividad. Los derechos civiles que aún el autócrata no ha anulado o pervertido, deben defenderse con energía
Solo así los partidos democráticos, los grupos activos, personas valientes en diferentes ámbitos, tendrán el apoyo de todos lo que creemos y reclamamos la Libertad y la Democracia. Solo así seremos ciudadanos, solo así mantendremos los Derechos Civiles que tanto costó recuperar, solo así rechazaremos vivir otra vez la larga noche de oscuridad y dictadura que nos imponen otra vez nuestros gobernantes, solo que esta vez, disfrazados de demócratas, mientras secuestran la propia Democracia que nos dimos en la Constitución de 1978.
José Luis Vergara, diciembre 2022
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