La actuación de Barcelona en Comú en los últimos meses en el Ayuntamiento, formación liderada por Janet Sanz, ha sido, una vez más, un ejemplo de cómo la ideología puede imponerse a la gestión eficaz. Con Ada Colau fuera del despacho de alcaldesa, pero su influencia aún presente en la política municipal, los comunes siguen demostrando que su prioridad no es el bienestar ciudadano, sino la consolidación de un modelo populista, propagandístico y alejado de la realidad de los barceloneses.
En materia de vivienda, Barcelona en Comú ha vuelto a apostar por intervenciones públicas que no solo no solucionan el problema del acceso, sino que lo agravan. Su defensa de limitar los precios del alquiler y su insistencia en declarar zonas de “tensión” ha provocado una reducción de la oferta y ha disuadido la inversión privada. Mientras tanto, el parque de vivienda pública sigue estancado, y los jóvenes continúan sin opciones reales. La normativa que obliga a los promotores a destinar un 30% de los pisos que construyen a vivienda social en Barcelona ha paralizado la obra nueva en la ciudad.
La falta de autocrítica sobre los errores heredados del anterior mandato resulta insultante. Los Comunes evitan reconocer fracasos como la inseguridad creciente en varios barrios, ni sobre el deterioro de servicios esenciales. Todo lo que no encaje en su relato es silenciado o culpado a otras administraciones. La responsabilidad política brilla por su ausencia.
En el ámbito económico, las propuestas de los comunes para regular más duramente el turismo reflejan una visión miope. Barcelona necesita atraer visitantes de calidad, no espantarlos con tasas excesivas y discursos hostiles. Los Comunes están más preocupados en intentar desgastar al que fue su socio de Gobierno, el PSC, que en plantear propuestas que solucionen los problemas de los barceloneses.
Y es que a pesar que el alcalde Jaume Collboni hace seguidismo de las medidas aprobadas durante los dos mandatos de Colau los Comunes practican una oposición dura: el problema no es, por lo tanto, las políticas del Gobierno municipal socialista sino el «quítate tú para ponerme yo».
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