En el Espanyol hace años que no se hacen las cosas bien, con dos descensos prácticamente seguidos a pesar de tener un presupuesto de media tabla en Primera División. Y en vez de estar en posiciones tranquilas, o luchando por Europa, se ha caído dos veces al pozo a pesar de tener jugadores de gran calidad como Darder, Braithwaite, Montes, Oliván o Joselu.
La pérdida de peso social del club, su escasa importancia dentro de la vida social y deportiva del Baix Llobregat (aún siendo una de las entidades de más peso de la comarca), su falta de ambición deportiva y su continua irrelevancia mediática condenan al RCDE a la mediocridad.
El RCD Espanyol tiene al lado una multinacional deportiva, el Barça, que todo lo oscurece. Pero el predominio deportivo que tiene el club azulgrana en Cataluña no puede servir de excusa. Y la culpa no es, exclusivamente, del actual presidente. Hay inercias que aquejan al club desde hace varias décadas.
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