El aval del Tribunal Constitucional a la Ley de Amnistía ha puesto a la Resistencia al separatismo catalán ante el espejo. Y es que en la Cataluña dominada por el secesionismo no hay alternativa al control total que ejercen sobre las instituciones, las universidades, la educación, los colegios profesionales, los medios de comunicación y la sociedad civil. Lo que han hecho los socialistas tanto en el Congreso — amnistía, indultos, sedición, Tribunal de Cuentas — o en el Parlament — política lingüística, medios de comunicación de la Generalitat – no ha sido «fragmentar» al separatismo, sino eliminar cualquier alternativa posible.
Sin la izquierda es imposible vencer en las urnas y en la sociedad civil al nacionalismo, y los dos grandes partidos que la representan en Cataluña — socialistas y comunes — han decidido aliarse con el independentismo en vez de ser la auténtica alternativa. Los miembros de la Resistencia al separatismo, de momento, hemos perdido. Lo que nos queda es comenzar a trabajar para poder, al menos, plantar cara y abrir nuevos frentes en el futuro.
Hemos de comenzar a trabajar para poner el contador a cero y en quince o veinte años comenzar a recoger los frutos. El nacionalismo del «hoy paciencia y mañana independencia» nos lleva 44 años de ventaja ante los errores y renuncias de parte del constitucionalismo — el centro-derecha — y la rendición del resto — la izquierda –.
Hemos de fortalecer las pocas asociaciones, la mayoría de ellas luchando con pocos medios y nulo apoyo institucional, para que poco a poco podamos contar con un tejido social que sirva de sostén a las demandas de los catalanes que no somos separatistas. Nuestra red asociativa es escasa y débil, y no puede competir con la tupida telaraña con la que cuenta el separatismo.
También se ha de fortalecer a los pocos medios de comunicación que plantamos cara en Cataluña. Está bien que grandes medios nacionales nos presten atención y apoyen al constitucionalismo y su papel es fundamental, pero también hay que tener medios locales que desmonten las mentiras del independentismo sobre el terreno.
Está claro que no podemos contar con los medios de comunicación «transversales» catalanes que acaban, por conveniencia política o económica, acomodándose a la línea política marcada desde la Generalidad o los grandes municipios controlados por el PSC. El dinero público es demasiado importante en la crisis económica en la que la prensa anda instalada desde hace quince años.
Rendirse no es una opción si queremos seguir siendo ciudadanos libres en una tierra en el que el supremacismo independentista se sigue extendiendo. Los que nos llaman «ñordos» o «colonos» y quieren desterrar al español como lengua de uso social van ganando. Y vencerán del todo si no nos ponemos manos a la obra. Como no queremos ser como ellos, lo queremos hacer democráticamente, y como juegan con las cartas marcadas, el trabajo será más arduo.
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