Xavier Rius, director de e-notícies, ha analizado el papel de la televisión de la Generalitat y ha asegurado que «la responsabilidad de TV3 con el proceso no es solo política, sino casi criminal si se me permite la boutade. Si un día llegamos a las manos en Catalunya será también por TV3, que no ha parado de excitar al personal durante … ¡diez años! Un día me dijo alguien -y lamento no recordar el nombre- que si Rajoy hubiera visto la cadena cinco años seguidos se habría vuelto ‘indepe’. Probablemente es cierto».
Xavier Rius ha realizado su análisis sobre la televisión de la Generalitat en el último libro de Sergio Fidalgo, director de elCatalán.es, ‘TV3, el tamborilero del Bruc del procés’, publicado por Ediciones Hildy y que se puede adquirir en este enlace de Amazon.
Argumenta que «hay que tener en cuenta que la responsabilidad de TV3 es doble: por una parte, ha construido el relato. Por otra, ha vendido la imagen -junto a Catalunya Ràdio y otros medios como RAC1- de que el independentismo era mayoritario: ‘Un sol poble’, ‘un país en marcha’. Y no es cierto: es el 47% de los votos, unos dos millones de personas. Es mucha gente, pero no es suficiente gente. Catalunya no es solo Berga o Manlleu, es también Cornellà y l’Hospitalet. Por otra, porque ha sido más que nunca la correa de transmisión de Palau. La única táctica del Govern era el choque de trenes. Esperar que una gran movilización de la gente doblegara al Estado».
«Y los de TV3 se prestaron al juego. Han sido una pieza fundamental. Recuerdo que el 12 de octubre de 2018 hasta consiguieron encontrar a unos paradistas de un mercado de Girona que, por supuesto, trabajaban durante el Día de la Hispanidad. Uno salía diciendo que “no hay nada que celebrar”, otra que “las Fuerzas Armadas no me representan” y un tercero que declaraba que “la celebración del Descubrimiento de América no nos interesa”. Esa ha sido la tónica siempre de TV3. En cada acontecimiento importante del procés -el registro de Economía y Finanzas, las cargas policiales del 1-O, la aturada de país– estaban allí las cámaras para recoger los testimonios personales. Imagine: media docena de conexiones, y en cada una cinco o seis personas, dan más de 30 entrevistados».
«Todos, por supuesto, dándose ánimos, ‘cagándose’ en España -perdone la expresión- o proclamando que esto es imparable. Recuerdo que cuando cortaron el AVE en la estación de Girona salió una señora diciendo que “es una cosa que había que hacer, ya estoy cansada de picar cazuelas en la terraza de casa”. ¡Incluso había en la estación un padre con un niño en brazos cumpliendo con su ‘deber’!», añade Rius.
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