Hace unos días se hizo entrega del X Premio Enrique Ruano Casanova de Derechos Humanos, en la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid, a Maite Pagazaurtundúa y Consuelo Ordóñez, dos campeonas de la lucha cívica en nuestro país. El laudatorio ha corrido a cargo de Fernando Savater, compañero infatigable a lo largo de los años en el activismo democrático de las galardonadas. Los tres conocen muy bien los horrores del nacionalismo totalitario.
Este Premio de Derechos Humanos honra la memoria de Enrique Ruano Casanova, joven estudiante de Derecho y activista contra la dictadura de Franco, muerto en 1969 al “caer” por una ventana mientras estaba detenido por la policía secreta franquista.
Don Faustino Martínez, vicedecano de la Facultad de derecho de la UCM, ha destacado la altura moral y ética de Consuelo Ordóñez y Maite Pagazaurtundúa, ciudadanas muy por encima de la mediocridad y miseria morales que nos rodean. Como víctimas del terrorismo, su relato es indispensable para entender qué y cómo paso, sin equidistancias, buscando la verdad y la justicia. Ha definido a Consuelo y Maite como el libro “Patria” en carne y hueso. Nos queda la palabra, ha dicho el vicedecano, y la de estas dos heroínas ha sido incesante exigiendo justicia. Detuvieron el mal de ETA, han hecho este país un lugar mejor, y han sabido, al igual que Fernando Savater, contagiar su espíritu ético y su valentía a millones de españoles.
Maite Pagazaurtundúa, política y escritora, tiene un impresionante palmarés como activista en su lucha por los derechos humanos, en contra el terrorismo y los fanatismos religiosos. Filóloga en castellano y euskera cursó también estudios de Derecho en el país Vasco, pero tuvo que abandonar las clases presenciales tras ser agredida por compañeros abertzales. En 2003 su hermano Joseba fue asesinado vilmente por la banda terrorista ETA en Andoain, tras años de acoso y amenazas nacionalistas, sabedor de que le iban a matar, y completamente abandonado a su suerte por los gobiernos vasco y español.
Joseba había sido fundador de la Plataforma Basta Ya, junto con su hermana Maite, Consuelo Ordóñez, Fernando Savater, Arcadi Espada, María San Gil, Mikel Azurmendi, Rosa Díez y otros valientes intelectuales, políticos y ciudadanos. Basta Ya se creó en defensa del Estado de Derecho y contra el terrorismo y el acoso nacionalistas. En el año 2000 obtuvo el Premio Sajarov del Parlamento Europeo de Derechos humanos, siendo la primera asociación ciudadana europea en obtener este reconocimiento.
Abandonó su militancia en el PSOE por la deriva de su partido, que acercaba sus posiciones cada vez más al nacionalismo vasco. Hace años, ante la insistencia del acoso abertzale y por recomendación policial, tuvo que abandonar su querido País Vasco con su familia. Actualmente es Parlamentaria Europea por UPYD dentro del grupo ALDE, llevando a cabo una enorme labor de difusión y prevención de los nacionalismos, terrorismos y fanatismos en Europa, siempre en defensa de los Derechos Constitucionales de los ciudadanos.
Ha publicado “El libro blanco del terrorismo”, sido parte de una candidatura conjunta al Premio Nobel, y recientemente ha realizado un informe demoledor sobre los CDR en Cataluña, su sistema organizativo con nombres y apellidos de los cabecillas, y su financiación. Es tal vez la intelectual no catalana que más está haciendo por defender los Derechos constitucionales en esa Comunidad Autónoma, denunciando en Europa la presión nacionalista sobre la mayor parte de la población, no independentista. Maite es especialista en patología política y social del nacionalismo, obviamente muy similar en los casos vasco y catalán.
Lo “txirene”, que diría ella, lo curioso, es que Maite no transmite en absoluto el odio y acritud que cabría esperarse en alguien que ha sufrido así la injusticia y el escarnio más crueles por parte de los nacionalistas, de sus conciudadnos de todo signo, y del poder. Su paz interior se percibe a primera vista. Su fuerza y determinación democráticas van envueltas en una capa de amor. No hay odio en ella, sólo exigencia de justicia y determinación pacífica.
En su discurso de agradecimiento Maite Pagaza ha hablado de la necesidad de tener principios morales y cívicos, que nos ayuden a discernir lo aceptable de la barbarie. Y valor para defenderlos. Somos ciudadanos libres, no un “pople” con una sola voluntad, como quieren los resurgidos nacionalismos. Ha recomendado a los más jóvenes preguntarse si alguna vez han hecho algo por alguien, o por una idea en la que cree. Si la respuestas es “no”, malo… sobre todo en los tiempos que corren
Consuelo Ordóñez, no había considerado jamás la política o el activismo como una opción… hasta que asesinaron a su hermano Gregorio Ordóñez de un cruel tiro en la nuca el 23 de enero de 1995. Tenía mujer y un niño, Javier, de 3 años. Consuelo, estudiante, amante de los perros y de sus amigos, alegre y bailona, vió su vida familiar desplomarse en unos segundos, sin saber que aquello era sólo el comienzo de un ataque sistemático a ella por parte del mundo abertzale. “Devuélvenos la bala”, le gritaban los kaleborrokas cuando iba de potes por lo Viejo en Donosti con sus amigos, y le insultaban. Un día le abrieron una brecha en la cabeza lanzándole una piedra.
Esa pedrada, que a otro le habría hecho esconderse o huir, fue un despertador para Consuelo. Decidió que era una locura vivir en un ambiente donde se amenazaba, secuestraba, asesinaba… y además después se seguía acosando y agrediendo a sus familias. Decidió que eso había que cambiarlo. Que era lo que su hermano había denunciado, por lo que le habían asesinado… y decidió tomar el relevo de Goyo. Se acercó a otras víctimas, Cristina Cuesta, pionera de la lucha cívica anti ETA, a intelectuales como Alfredo Tamallo o Fernando Savater y tantos otros que supieron, según dice Consuelo, ayudarle a cambiar su ira, su odio y su dolor, por una actitud constructiva dirigida a corregir esa injusticia, y a defender y mantener viva la memoria de las víctimas del terrorismo. Sin odio ni revanchismo. Con la ley, ella es jurista, en la mano.
Consuelo Ordóñez es un enorme referente para muchos millones de españoles de bien. Provoca una admiración y un cariño generales, que se ha ganado con su tesón democrático, su lucidez y su generosidad para con los adversarios, incluso con los asesinos terroristas, para los que exige las mismas garantías y derechos que para cualquier ciudadano. Contraria a la pena de muerte, amante de los animales –sobre todo los gatos-, de la belleza, de la inteligencia y del sentido del humor. Mujer sencilla, muy frugal, extremadamente trabajadora y disciplinada, de familia humilde y estricta, Consuelo dedica cada día de su vida, desde las 7am hasta entrada la noche, a defender la justicia, la verdad y la memoria de las víctimas, y los Derechos de todos.
Esta semana pasada publicó un excelente artículo en El Mundo congratulándose por la reciente sentencia del Tribunal de Estrasburgo, contraria a las pretensiones del mundo abertzale y excelente noticia para las víctimas y todos los democrátas. Las intervenciones de Consuelo Ordóñez en medios de comunicación, sus artículos periodísiticos (fruto de sus profundos conocimientos como jurista y experta en el mundo del terrorismo), y ahora también sus tuits, son de los más celebrados de España. Tiene, al igual que Maite Pagaza y Fernando Savater, la capacidad de vulgarizar para que todos entendamos los complicados entresijos de la Ley.
Presidenta de Covite, la mayor asociación de víctimas del terrorismo (de todos los terrorismos, como le gusta puntualizar), lleva a cabo con el resto de sus compañeros una impagable lucha por mantener viva la memoria de las víctimas, aclarar todos los asesinatos terroristas en España –hay todavía casi 350 casos sin siquiera investigar-, y evitar que los sucesivos gobiernos españoles permitan o incluso ayuden a que triunfen los objetivos del terrorismo en este caso etarra: sacar a todos sus presos de la cárcel y vender un relato de conflicto, no de asesinos y víctimas. La iniciativa “El mapa del terror” de Covite, un memorial online de todas las víctimas de terrorismo en España, es un hito en la investigación y divulgación de este tema. Ha merecido ya importantes premios, y recientemente se ha presentado en Catalunya, incluyendo en el mapa todos los asesinatos de todos los grupos terroristas en España desde hace más de 40 años. Valiente y con la ética a prueba de bomba, Consuelo es dignísima merecedora de este Premio. El reciente artículo de Miquel Escudero en elcatalan.es “Sostiene Ordóñez” es de obligada lectura para todos los justos.
En su discurso Consuelo Ordóñez ha vuelto a emocionar a la audiencia explicando que ella no nació activista, simplemente decidió en un momento de su vida tomar el relevo de su hermano en su lucha por la justicia. Ha contado cómo nació Basta Ya, la resistencia democrática vasca, y como ETA asesinó o hirió a varios de sus fundadores. Pero la resistencia vasca no se amilanó. Hoy, en la Complutense, se ha vuelto a comprometer con todos nosotros en no cejar en su lucha por la verdad, la justicia y contra la barbarie nacionalista… y nos ha pedido que luchemos con ella.
Fernando Savater, filósofo, activista, defensor a ultranza de las libertades, escritor, profesor… y gran amigo y compañero de activismo de Consuelo y de Maite, se ha confesado especialmente emocionado porque además de su amor por estas dos campeonas de la lucha cívica, Savater fue también compañero de clase y amigo de Enrique Ruano. Nos ha advertido de los peligros del relativismo que impera, la importancia de tener principios, y de saber defenderlos. Por eso hacen falta, ha dicho el filósofo, personas como Maite Pagazaurtundúa y Consuelo Ordóñez en nuestra sociedad.
A los catalanes no independentistas, Savater nos anima a seguir saliendo a la calle como lo hizo Basta Ya hace 20 años, para defender aquello que no defienden los políticos. Ha asegurado que las cosas en el PV y en España habrían sido mucho peores sin dos mujeres como Consuelo y Maite, destacando “sin querer hacer feminismo barato” que hayan sido mujeres las personas más destacadas, valientes, constantes y esclarecidas a la hora de combatir la barbarie nacionalista y defender la democracia, incluyendo en la lista a Ana Iribar y a Cristina Cuesta, mujeres absolutamente imprescindibles para nuestra sociedad democrática.
El año pasado el prestigioso premio Enrique Ruano recayó en Leopoldo López, luchador incansable por las libertades del pueblo venezolano, y que no pudo recoger el galardón en persona por hallarse en arresto domiciliario desde hace 4 años. Lo hizo en su nombre su padre, precisamente el mismo día en que el Parlamento Europeo concedía el Premio Sajarov a la Libertad de Conciencia a la oposición demócrata venezolana. El laudatorio a Leopoldo López lo hizo Felipe González, quien expresó su deseo de “…llegar a un mundo respetuoso, no sólo de las ideas compartidas, sino sobre todo de las contrarias.” Y el broche de oro lo puso el papá de Leopoldo, refiriéndose a su hijo como una de esas personas que se atreven y se toman la molestia de arriesgar su libertad por defender la justicia social. Porque como dijo, “La Señora Justicia, esa que debe ser igual para todos y que, aunque tiene una espada, a veces le falta quien empuñarla para conquistar su merecido triunfo.”
Sin duda, este 2018 el Premio ha recaído en dos heroínas de la altura de ese gran héroe cívico Leopoldo López, dispuestas como él a esgrimir esa pacífica espada justiciera por el bien de todos. Dos mujeres que llevan muchos años sufriendo el acoso y terror nacionalistas, y entregando su vida por conseguir más justicia para todos.
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