El principal problema del Govern separatista que padecemos en Cataluña no es el fanatismo de sus integrantes, todos ellos radicales secesionistas que desprecian a más de la mitad de los ciudadanos sobre los que gobiernan. Lo más preocupante es su incompetencia, porque han demostrado con creces que no saben solucionar problemas, solo crearlos.
La última hazaña de la Generalitat es el retraso de las vacunaciones para prevenir el covid-19 a causa de no tener suficientes neveras para conservar las dosis. La penúltima, permitir durante cuarenta horas una fiesta ilegal en una nave abandonada en Llinars del Vallès mientras los Mossos la miraban sin actuar. La anterior, el fiasco de las ayudas económicas a los autónomos. Por no hablar de la destrucción sistemática que están llevando a cabo del sector hostelero.
O las auténticas masacres que se han vivido en las residencias de ancianos por la falta de material de protección tanto para los mayores como para el personal que los asistía. O las escenas dramáticas en los hospitales por la falta de medios, debido a que el dinero que necesitaba la sanidad se gastaba en promover el ‘procés’ creando redes de chiringuitos.
Es urgente que los partidos secesionistas dejen el poder, porque están destrozando nuestra convivencia, nuestra convivencia y nuestra salud. Y encima la CUP se postula para entrar en un futuro ejecutivo autonómico, con lo que la dosis de fanatismo sería aún mayor. Hemos de ganar las elecciones al Parlament y conseguir una mayoría que deje fuera a los radicales incompetentes que nos gobiernan.
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