Este pasado domingo un grupo de secesionistas radicales han atacado con pintadas la casa de Carles Fernández, alcalde socialista de la Roca del Vallés (Barcelona). En la fachada de su domicilio se puede leer, “Cómplice fascista, 1 de octubre, ni olvido ni perdón“.
Después de la semana violenta en la que los autodenominados CDR de Quim Torra han cortado carreteras, vías de AVE y han asaltado el Parlament, después de que el presidente de la Generalitat los animará afirmando que “hacéis bien en seguir apretando”, esta pintada es un colofón esperado.
Esperado porque los radicales secesionistas llevan todo el ‘procés’ atacando domicilios de políticos constitucionalistas, sedes de partidos no secesionistas y a ciudadanos que no comulgan con sus ideas. Los ‘hechos aislados’ cada vez lo son menos porque hay un presidente en la Generalitat que ve con simpatía estos desmanes.
El “seguid apretando” de Torra a los autodenominados CDR es una invitación poco velada a que sigan ejerciendo este tipo de actitudes intolerantes. Es necesario que un presidente que insta a la violencia deje de representar a todos los catalanes lo antes posible.
Los secesionistas, que tienen la mayoría parlamentaria en la cámara autonómica, han de escoger a un presidente más presentable y que intente gestionar la Generalitat, y no invitar a los más radicales a campar a sus anchas.
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