Los gobiernos de Artur Mas, Carles Puigdemont y Quim Torra han dado alas al sector más radical del secesionismo y, como es natural, se ha venido “arriba” y se cree con potestad de decidir quién puede manifestarse y quiénes no. Han decidido que “las calles serán siempre suyas” y aplican esta máxima a rajatabla.
Lo que vivieron los manifestantes de la entidad policial Jusapol el pasado sábado en las calles de Barcelona es indigno de una sociedad democrática. Por culpa de la permisividad durante años con los radicales se han vuelto más fuertes que nunca y mantuvieron en jaque a los Mossos d’Esquadra y, al final de la manifestación, agredieron a algunos de los participantes.
Cataluña se parece cada día más al Far West, tierra en la que impera la ley de la jungla, y todo gracias a la irresponsabilidad de los partidos secesionistas que han convertido a la Generalitat, el gobierno de todos los catalanes, en una herramienta de agitación y propaganda.
Es necesario que la sensatez vuelva a Cataluña y que se respete la legalidad y, sobre todo, se deje de apoyar a la CUP, a los autodenominados CDR’s y al resto de grupos radicales, como la ANC, que solo buscan romper la buena convivencia entre los ciudadanos. La Generalitat ha de volver a ser el gobierno de todos, no solo de unos cuantos.
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