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Tarragona: otoño sangriento de 1936 en la Cataluña presidida por Lluís Companys

Decir que el barco-prisión “Rio Segre” llegó a alojar simultáneamente a más de 250 prisioneros y la mayoría de los que por allí pasaron acabarían siendo fusilados sin juicio previo.

Por Salvador Caamaño Morado
domingo, 2 de noviembre de 2025
en Sociedad
7 mins read
Barco prisión Río Segre (foto del libro de Salvador Caamaño).

Barco prisión Río Segre (foto del libro de Salvador Caamaño).

 

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De la terrible represión que se vivió en Cataluña, y en particular en Tarragona, hace ahora 89 años, en la retaguardia del Front Popular, muy alejada del Frente, de la Cataluña presidida por Lluís Companys, casi nada saben hoy los ciudadanos en general, pues sobre el asunto, desde hace casi cinco décadas, se ha corrido un tupido velo de silencio.

En este sentido, resulta ofensivo comprobar como con una gran aquiescencia -sobre todo al albur primero, de la nefasta Ley de Memoria Histórica de Zapatero (2007), y luego, en una nueva vuelta de tuerca, con la Ley de Memoria Democrática que Sánchez aprobó con el apoyo de los bilduetarras-, se han tipificado como delito todas aquellas opiniones que se puedan considerar como enaltecimiento del franquismo; es decir, aquellas que se oponen a la verdad oficial, con el fin de evitar así que se conozca toda la verdad de los hechos históricos.

Recreación de un fusilamiento en el Cementerio de Torredembarra (Salvador Caamaño)

Están empeñados en reescribir la historia, e imponer por parte de izquierdistas, separatistas y algunos “progres” y “antifranquistas” sobrevenidos, un determinado relato marcado por la propaganda, la parcialidad y el sectarismo, donde desde su presunta superioridad moral piensan que son sólo ellos los legitimados para decidir lo que se puede y lo que no se puede contar. Para ellos, los republicanos del Frente Popular serían los buenos, y los franquistas, los malos muy malos.

Y así, en el caso de Cataluña, mientras no se para de repetir lo terrible que fue la represión franquista, se oculta sistemáticamente la terrible represión ejercida por parte del Front Popular. Según Paul Preston -historiador poco sospechoso de ser profranquista-, las personas asesinadas en la retaguardia de Cataluña fueron 8.352, cifra que dan también fuentes de la Generalitat de Catalunya, algunos historiadores, como J. Prada Rodríguez, elevan esa cifra a 8.826 asesinados, en todo caso son más del doble de las producidas por la posterior represión franquista, que se cifran entre 1938 y 1975 en 3.358 personas ejecutadas, otras fuentes elevan esa cifra hasta 4200 personas Solo en la comarca del Tarragonés, durante el verano de 1936, fueron asesinadas 334 personas.

Pintada revolucionaria de 1936 conservada en la Antigua Audiencia de Tgna (Foto Raúl Caamaño)

En nuestra ciudad, entre los milicianos que más se distinguieron en esta violenta y cruel represión se encuentran los milicianos anarquistas de las Joventuts Llibertaries, de la CNT-FAI y del POUM. Hay que decir que entre julio de 1936 y mayo de 1937 el poder real en la mayoría de poblaciones de Cataluña, con el beneplácito de la Generalitat, estuvo en manos de los llamados Comités revolucionarios y de desalmados que formaban parte de las llamadas patrullas de control, de las que formaron parte no sólo los anarco-sindicalistas, sino en mayor o en menor medida milicianos de todas las organizaciones del Front Popular (CNT, FAI, POUM, PSOE, UGT, PSUC, ERC y Estat Catalá).

En el otoño de 1936, salieron del terrible barco prisión “Rio Segre” anclado en el muelle Transversal de Tarragona, algunas de las “sacas” (ejecuciones colectivas) más numerosas. Estas tuvieron lugar especialmente el 10 de octubre y el 11 de noviembre de 1936.

Así lo relata Enric Olivé (que estuvo preso en el “Rio Segre” y sería luego alcalde de Tarragona durante el franquismo y posteriormente diputado en el Parlament por CiU entre 1980-1984) en sus “Memòries Involuntàries” (1999) : “Un dia van venir unes patrulles de Reus, amb un que ere geperut, i es van emportar unes quaranta personas de proa i de popa, especialment de popa, dient que volien que els de Reus estiguessin més a prop, que els traslladarien i que es preparessin la maleta. Recordo que hi van anar el rector de Cambrils, el provincial dels germans de la Salle, que es deia Aragonès, estaven empleats a la Chartreuse, juntament amb sis o set germans de la Salle, tres capellans de la Sagrada Familia del col.legi de Reus i altres seglars. I vaig observar com els van desembarcar per una escala de darrere del barco i, quan arribaven a terra, com els lligaven les mans a l’esquena amb un cordill o amb un filferro i els llençaven a dalt del camió com si fossin sacs de patates. I vaig pensar que allò no era cap senyal de portar-los cap a Reus perquè estiguessin millor i, efectivament, l’endema la Guàrdia Civil ens va dir que havien mort tots. És a dir, el sistema era anar-los baixant d’un en un del camió i disparar-los un tret al clatell o al cap…”.

Fosa común donde permanecen enterrados 4 vecinos de Batea, de los 24 fusilados el 11-11 1936, en Torredembarra (foto: Raúl Caamaño)

Lo sucedido con la “saca” del 11 de noviembre, lo relató con todo lujo de detalles el Hermano de La Salle Joaquín Donato pero no lo reproduciremos debido a su extensión. La misma estuvo dirigida por el terrible, Josep Recasens Oliva apodado “El Sec de la Matinada” quien con sus “compinches” los patrulleros Gabriel Fresquet, Manuel Balabasquer, Manuel García Cremades y Germán García Sancha, todos ellos milicianos anarquistas de las Joventuts Llibertaries (JJ.LL.) o de la CNT-FAI, se personaron en barco-prisión Río Segre con una lista en la mano y acompañados del comandante (así se hacía llamar) del barco el también anarquista Joan Ballesta, en esa macabra noche, se llevaron a un grupo de 24 prisioneros (la gran mayoría religiosos), los subieron maniatados a un autobús y de forma despiadada los fusilaron a todos en las tapias del cementerio de Torredembarra.

Decir que el barco-prisión “Rio Segre” llegó a alojar simultáneamente a más de 250 prisioneros y la mayoría de los que por allí pasaron acabarían siendo fusilados sin juicio previo. «Sacas» similares habían salido ya del Río Segre durante el mes de agosto y septiembre; la primera gran saca se produjo el 9 de agosto, donde se escogen a doce vecinos de Tarragona para asesinarlos en tierra firme. Luego se producirán otras los días 15, 25 y 28 de agosto (con un total, durante ese mes, según el historiador y religioso Antonio Montero Moreno, de 60 ejecutados).

La gran mayoría de las personas asesinadas, en estas sacas, fueron encontradas en fosas comunes en las proximidades de algunas playas de la ciudad (en las inmediaciones de la Playa Larga fue encontrada en marzo de 1939 una fosa con 18 cadáveres) y sobre todo en el cementerio de Torredembarra donde fueron encontrados, después de la guerra, los restos de 53 personas asesinadas, A partir de febrero de 1941, el fiscal instructor de la Causa General en Tarragona (Luís Solano Acosta) inició el procedimiento para la exhumación e identificación de los cadáveres enterrados en las fosas comunes dentro y fuera del cementerio de Torredembarra.

En la señalada como Fosa común n.º 1, del cementerio de Torredembarra, fueron enterradas las personas asesinadas el 11 de noviembre de 1936, la gran mayoría serían, como hemos señalado, identificados en 1941 y enterrados por sus familiares en sus poblaciones de origen. Pero en la actualidad, en dicha fosa permanecen enterrados cuatro vecinos de Batea, que formaban parte de dicha saca, por expreso deseo de sus familiares que prefirieron que siguieran allí juntos; y donde en una placa de mármol (muy bien conservada) a los pies de una cruz (como puede verse en la fotografía adjunta) puede leerse: “Santiago Vilanova Vaquer, Pablo Aguiló Vaquer, Miguel Freixas Montlleo y Baldomero Vaquer Peris, naturales y vecinos de Batea (Tarragona) , asesinados por las hordas marxistas el 11 de noviembre de 1936”.

En El Vendrell, se produjo también, en esas fechas, otro hecho que conmocionó a la población y dejaría una profunda huella en los vecinos de la localidad. Tuvo lugar el 3 de noviembre de 1936 cuando parecía que el río de sangre generado por los milicianos frentepopulistas durante los primeros meses ( que había causado una treintena de asesinatos) había cesado, volvió ese día a correr la sangre. Los jóvenes hermanos Joan y Albert Nin Güell y Enric Martín Maicas serían asesinados por milicianos en plena calle de los Cafés. Joan Nin, de 28 años, destacado miembro de Acción Católica y ex secretario del Ayuntamiento, murió de un disparo en la cabeza cuando iba acompañado de su prometida. Minutos después mataron a su hermano pequeño Albert, de 19 años, cuando este se presentó en el lugar y horrorizado empezó a increpar a los asesinos, poco después sería también asesinado, a sangre fría, Enric Martín, de 29 años, considerado persona de derechas.

Y el 5 de noviembre, por citar sólo otro de los hechos que tuvieron gran relevancia, serían fusilados en la montaña de la Oliva de Tarragona, 5 jóvenes militares (de entre 31 y 19 años de edad): Gaspar, Forteza (Teniente), Herminio Rodenas (Teniente), Carlos de Landa, Cristian de Landa y Antonio Córdoba (Cabos) del Regimiento de Infantería Almansa núm. 15 de Tarragona, acusados del delito de adhesión a la rebelión, acusación que no sería probada en el juicio.

El informe del Fiscal del Tribunal Popular de Tarragona, para justificar las penas de muerte, concluye: “Los momentos actuales no son de oratorias ni de juridicidad. El momento revolucionario actual es de guerra de dos Españas: la negra, de los militares, del clero, del siglo pasado, la España de la vergüenza, y la nueva España, gestada a primeros del siglo actual. ( …) Se ha de buscar el espíritu revolucionario, el espíritu que en el frente ha hecho unir sindicales opuestas. Nada de códigos de justicia. Hay que aplicarla en conciencia. (…) Es hora de dejar las lástimas, los miramientos, los sentimentalismos. Hay que ser revolucionarios. Su delito es de adhesión a la rebelión.” Y termina pidiendo la aplicación de la pena de muerte.

Tuvieron la misma condena que Lluís Companys, quien, por cierto, el 6 de octubre de 1934 había cometido igual delito que los militares acusados de rebelión y fue indultado en febrero de 1936, mientras él, no tuvo ninguna compasión y con los militares acusados de rebelión y los hizo fusilar a todos ( incluidos los generales Manuel Goded y Álvaro Fernández Burriel). Companys fue condenado a muerte en octubre de 1940 por el cargo de rebelión militar y por su participación en el terror republicano.

Hoy he querido rememorar solo algunos de los hechos acaecidos en las comarcas de Tarragona ese trágico otoño de 1936. En realidad se trata de uno más de los muchos sucesos vividos en aquella infausta época en Cataluña, pues, pese a su gravedad, han sido silenciados y han caído en el olvido más absoluto.

Hace dos semanas, en Cataluña, se rendía con gran boato, por parte de separatistas e izquierdistas, un solemne homenaje al mitificado Lluís Companys, pero nadie recordará a estas víctimas inocentes de cuyos crímenes Companys, aunque solo fuera por el cargo que ostentaba, fue directamente responsable.

Este mes se cumple también el 89.º aniversario del inicio de las matanzas de Paracuellos (Madrid), la mayor masacre producida durante la guerra civil, perpetrada por el Frente Popular, que se estima entre 1.500 y 2.500 personas asesinadas.

Salvador Caamaño Morado (autor del libro: “Tarragona 1936. Terror en la retaguardia”, y exdirigente del PSUC, PCC y CC.OO. en Tarragona)

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