Tras leer con impresión el libro Sangre, sudor y paz (Península), de Lorenzo Silva, Manuel Sánchez y Gonzalo Araluce, he decidido dedicar tres páginas a su contenido. La sociedad española debe asumir sin tapujos atrocidades injustificables, pero bendecidas cuando menos con el silencio de determinados santones.
No hay derecho a cansarse en reconocer la condición personal de las víctimas. En octubre de 1978, hace ahora 40 años, Anselmo Durán, miembro de la Guardia Civil a la sazón con 40 años de edad, murió ametrallado por los etarras. Como uno de cada tres de aquellos asesinatos, los autores siguen siendo anónimos.
Su hija mayor evoca ahora cómo, a escasos metros del cadáver de su padre, se produjeron brindis por el crimen gritando: ‘Por fin ha caído aquí uno, bien, ya era hora’. En el hospital fueron tratados con desprecio y no les dejaron llamar por teléfono para avisar a su familia de Zarauz.
La hija mayor de Anselmo Durán sostiene que le pedían que se comportase y que esperase fuera, “era una situación irreal, como si de una película de ficción se tratase”. Vidas rotas por vidas podridas por el odio, la sinrazón y el fanatismo.
Puede comprar el último libro de Sergio Fidalgo ‘Usted puede salvar España’ en este enlace de Amazon. Y ‘El hijo de la africana’ de Pau Guix en este enlace de Amazon.
no recibe subvenciones de la Generalitat de Catalunya.
Si quieres leer nuestras noticias necesitamos tu apoyo.