El afán por la marginación y posterior eliminación de la lengua española de Cataluña, además de ser una soberana estupidez, un latigazo a la cultura catalana y una patada en la economía de la comunidad autónoma es un ataque directo a los derechos fundamentales de más de la mitad de los catalanes.
Por desgracia, los catalanes castellanoparlantes hemos sido los eternos ninguneados y despreciados por los distintos gobiernos de la nación que no han dudado en dinamitar nuestros derechos sin consultarnos ante un gobierno de la Generalitat que nos trata como un agente extraño que, para empezar, se debe erradicar en lo cultural.
Somos a ojos de una preocupante mayoría de políticos con poder en la capital del Reino, una anomalía, unos catalanes que no lo son.
Para buena parte de estos políticos que rigen o han regido nuestro destino, los verdaderamente catalanes son los otros, los que llevan cuarenta años enseñoreándose en la plaza San Jaime o en el parque de la Ciudadela.
El Sanchismo no es más que un peldaño hacía el cadalso de la discriminación del español y de lo español en las aulas como camino a su eliminación absoluta de la sociedad catalana. Otro paso que se aprovecha de la herramienta surgida de la Transición por la que el que quien pretenda ser presidente de España, deberá vender los derechos de millones de catalanes a los separatistas.
Cuatro años en la Moncloa bien lo valen para políticos que no saben mirar más allá de una legislatura, cuando debieran mirar al futuro si tuvieran el más mínimo sentido de Estado.
Salir el 18 de septiembre, es tan importante como cuando se salió el 8 de octubre de 2017. Es una fase nueva, menos mediática, más discreta pero tal vez más peligrosa en el camino hacia la uniformización de Cataluña y a la de su separación del resto de España.
Sin duda hemos de detener el proceso aquí y ahora, sin duda hemos de apoyar el lema de la manifestación: “Español, lengua vehicular”.
#YoVoy18SBCN #EspañolLenguaVehicular
Óscar Uceda es presidente de Historiadors de Catalunya
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