Hace pocos años, muchos alardeaban de no tirar “ni un paper a terra” en sus encuentros. Algunos ya advertimos entonces que aquello no era nada más que una careta que solo pretendía esconder la verdadera cara del nacionalismo. Y, es que, el nacionalismo no es nada más que una ideología que, en todas sus vertientes, pretende desnaturalizar y aplastar a todo aquél que es distinto. Hasta desmoralizarlo.
Dicho lo cual, y para comprender la enjundia del asunto, hay que tener en cuenta que el nacionalista medio es como un adolescente inmaduro tan capaz de empatizar con la causa más remota (siempre que le beneficie) como de ni sentir ni padecer ante un ataque o una agresión (siempre que se trate de una acometida a un distinto).
Esto nos sitúa en una realidad en que solamente parte de la sociedad cree poseer la legitimidad para salir a protestar por lo que sea. Y la otra, por mucho que padezca, no tiene otra alternativa a la resignación y al más cruel silencio. Esta dictadura del silencio tiene por objetivo eliminar toda aquella conducta, expresión o sentimiento que discorde de lo supuestamente mayoritario. O sea, de lo nacionalista.
Vosotros también tenéis sentimientos. No os dejéis menospreciar. Decid basta.
Pau Ferran (@pauferran)
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