La desastrosa política exterior de Sánchez respecto a América ha minado el prestigio de nuestro país en un continente clave en nuestra historia. El Gobierno del PSOE ha coqueteado con regímenes cuestionados, tratando de mantener un discurso ambiguo frente a gobiernos autoritarios como el de Venezuela o populistas como el de Colombia.
Y Sánchez ha aceptado los continuos desplantes hacia España que han venido de México. Por no hablar como los insultos de algunos de sus ministros, como Óscar Puente, han situado bajo mínimos las relaciones con una potencia regional como Argentina. Mientras Javier Milei se está convirtiendo en una referencia planetaria, los lazos con el gobierno argentino están su peor momento por culpa del populismo de Sánchez.
La relación con Estados Unidos tampoco ha escapado a este deterioro. España ha perdido peso en la agenda estratégica de Washington. La Casa Blanca mira a otros aliados europeos con mayor seriedad, mientras Sánchez se conforma con el ninguneo y desprecio de la Administración Trump que nos considera poco más que una terminal europea de la dictadura de China, con la que Sánchez coquetea a diario.
No en vano, tanto el líder del PSOE, como Salvador Illa, han viajado recientemente a este país para rendir pleitesía a los jerarcas del gobernante Partido Comunista. De ahí los valiosos – y cuestionados – contratos públicos para Huawei a pesar de las advertencias de EE.UU y la Unión Europea. Mientras, Marruecos se ha convertido en el gran aliado regional de Estados Unidos a costa nuestra.
Tampoco ha ayudado la inestabilidad interna y la dependencia parlamentaria de socios con agendas contrarias a los intereses exteriores del país, como Bildu, Podemos, Sumar o ERC. Recordemos que el líder de ERC, Oriol Junqueras y la futura candidata a la presidencia del Gobierno por Podemos, Irene Montero, son miembros del Grupo de Puebla, lobby ultraizquierdista visto con recelo por las grandes potencias occidentales. El principal aliado de Sánchez en el PSOE, el ex presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, también es miembro de dicho grupo.
Esta situación ha condicionado decisiones clave en política internacional, generando contradicciones y mensajes confusos. La falta de una voz unificada y de una política exterior de Estado ha hecho que la imagen de España en el exterior se vea como poco seria y predecible. El radicalismo de Sánchez en los ataques a Israel frente a Hamás ha acabado con el papel de España como tradicional mediador en los conflictos en la zona.
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