Tras la esperpéntica actuación de Carles Puigdemont durante el día de ayer no queda claro si habrá DUI, o si por lo contrario se buscará otra salida de otro tipo. Nada se sabrá hasta el último momento si atendemos a la experiencia del pleno del 10 de octubre en la que Carles Puigdemont proclamó, suspendió y no firmó en el DOGC la secesión de Cataluña.
Queda claro que un sector del PDeCAT no quiere llegar hasta la DUI, por lo que pase lo que pase durante toda la jornada del viernes, no se sabrá la decisión final hasta el último momento.
El secesionismo más radical quiere ruptura, que se declare la independencia, ocupar las calles e intimidar con masas de activistas al constitucionalismo catalán para, por la vía de los hechos, amedrentar a los discrepantes.
Eso sería una confrontación civil sin retorno. No se sabe si a estas alturas queda algún sector sensato dentro del secesionismo, pero situar a la sociedad catalana al borde de la violencia en manos de masas de activistas separatistas incontrolados es un hecho que todos los catalanes pagaríamos durante décadas.
Lo que queda claro es que fuera del respeto a la Ley no hay solución posible. Por lo que cualquier salida, si es que la hay, no puede ser un apaño ni un pasteleo, ha de basarse en el respeto a la Nación española y a su Constitución.
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