Una sociedad tiene que crecer y desarrollarse en base a unos planteamientos históricos y culturales sólidos que permitan conocer los errores y aciertos comunes del pasado para evita unos y perseverar en otros. Por ello, es necesario desarrollar una política de explicación y condena del franquismo por ser una dictadura que no reconocía los derechos humanos, generaba represión de las ideas y las libertades, mezclaba el poder civil con la estructura de la Iglesia Católica y muchas otras cosas.
Sin embargo, esta explicación y denuncia, absolutamente imprescindible, resulta incompleta. La correcta construcción cultural del franquismo desde el punto de vista democrático no se puede basar únicamente en la denuncia del mismo porque corremos el riesgo de no responder a algunas cuestiones que no podemos ocultar y cuyas respuestas pueden no resultar de nuestro agrado.
No quita un ápice la naturaleza dictatorial del franquismo considerar que desde el final de la Segunda Guerra Mundial no era de corte fascista sino de fundamento reaccionario con fuerte influencia de los planteamientos de la Iglesia Católica. Desde los años sesenta se parecía más al Estado Novo portugués que al fascismo italiano. Esta distinción es necesaria aunque solo sea por razón de sistemática de los tipos de dictaduras.
No quita un ápice la naturaleza dictatorial del franquismo el reconocimiento de que existieron algunas actuaciones económicas y sociales acertadas durante el franquismo. No quita un ápice la naturaleza dictatorial del franquismo el ser conscientes de que gozó del apoyo de una parte importante de la sociedad española aunque resulte imposible cuantificar cuál era el porcentaje que representaba sobre el total.
Si resulta acertado el establecimiento del reconocimiento civil de las víctimas del franquismo, no lo es el intento de exigencia de responsabilidades penales a los políticos vivos del franquismo (actualmente no hay ni un solo ministro franquista con vida) ignorando la regla de la prescripción de los delitos más graves a los 20 años de su comisión prevista en el Código Penal de 1973.
Tampoco nos parece constitucional el establecimiento de sanciones por la exaltación del franquismo puesto que normas de este tipo suponen una vulneración de algunos de los derechos fundamentales reconocidos en la Constitución Española de 1978 que conlleva el establecimiento de un estatuto de libertades para la ciudadanía que siempre han de ser respetados por los poderes públicos.
Estas sanciones conllevan la vulneración de la libertad ideológica (art.16.1 CE), el derecho a expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas u opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción (art.20.1.a) CE), el derecho a la producción y creación literaria, artística, científica o técnica (art.20.1.b) CE) y a la libertad de cátedra (art.20.1.c) CE).
De forma más anecdótica, la retirada de honores y medallas a los dirigentes franquistas se ha efectuado mediante normas inconstitucionales por vulneración de la irretroactividad de las disposiciones sancionadoras no favorables o restrictivas de derechos individuales (art.9.3 CE). ¿Es necesario para condenar el franquismo retirar la normativa aprobada durante ese período de la serie histórica de legislación española incluida en la página web del BOE?
La condena del franquismo es necesaria pero no se puede decir cualquier cosa sobre ella porque no siempre es cierta o es incompleta. Además, estas imperfecciones del discurso oficial hace perder calidad democrática y eficacia al mensaje. Nos da miedo decir que no todo era malo.
La revisión del franquismo no puede ser incompleta desde el punto de vista histórico ni emplear atajos jurídicos que suponen una vulneración de la Constitución Española que es el marco de convivencia que surge del equilibrio entre las fuerzas políticas principales que querían en 1978 hacer un país y sociedad mejores. Si analizamos el franquismo desde la perspectiva más completa, buscando la verdad con todos sus matices e incomodidades, nos hacemos más fuertes y sinceros como sociedad. Y perderemos el miedo al franquismo.
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