“A España no la va a conocer ni la madre que la parió”. Alfonso Guerra se hizo famoso por su habilidad para el sarcasmo y la pulla acerada. Esta frase suya, tras el triunfo electoral del PSOE en 1986, llenó los periódicos y se repitió como un eco por todos los medios durante meses. Mucho me temo que el paso del sanchismo por el poder la convierta en una cruda y dura realidad. En Cataluña, la locura inane del separatismo se diría asume el precepto guerrista como hoja de ruta, como objetivo político.
El jueves tuvimos una demostración palpable con el altercado violento de la UAB. La Universidad Autónoma de Barcelona se ha caracterizado desde su fundación por su afinidad al catalanismo más radical. Ya en los años 90 se forzó una toma de postura del claustro en este sentido y, posteriormente, en numerosas ocasiones el rectorado ha mostrado sus simpatías por el separatismo. Tal vez no se trate sólo de una cuestión de ideario, sino de un acercamiento interesado a la política catalanista destinado a obtener trato de favor del poder político pero, en cualquier caso es imperdonable en una institución educativa.
En su campus los separatistas campan por sus respetos y se producen con frecuencia aquelarres y algaradas, a menudo muy violentos, destinados a mostrar músculo y, en ocasiones como la de ayer, a impedir la difusión de otras ideas. Justo lo contrario de lo que cabría esperar de una universidad. Al visitante, sólo el aspecto de la llamada Plaça Cívica, ya le deja claro por dónde van los tiros. No hay pared sin pintada y no hay pintada que no se refiera al nacionalismo separatista.
El sindicato, o agrupación de estudiantes, S’Ha Acabat!, nacido hace unos pocos años para ofrecer un refugio políticamente alternativo a esta situación ha sido objeto de acoso violento repetidamente en el campus de Bellatera y los otros foros universitarios de Cataluña. El jueves habían invitado al activista en redes Vito Quiles a pronunciar una conferencia en la UAB. Al parecer, el rectorado había dado con antelación su visto bueno, aunque ayer negó radicalmente haberlo hecho.
En cualquier caso, como en otras ocasiones, la mera presencia pública de S’Ha Acabat! era ya motivo suficiente para montar una algarada de acoso para impedir que los no separatistas pudieran difundir su mensaje. Al no poder utilizar ninguna de las aulas, de acuerdo con la negativa del permiso rectoral, intentaron hacerlo al aire libre. Enseguida se vieron rodeados por una multitud en la que se confundían activistas con meros curiosos. Aunque los primeros eran los violentos, los segundos eran los más abundantes. El edifico acristalado de la Biblioteca, ante el que se estaban desarrollando las agresiones llamaba la atención porque mostraba a través de las cristaleras centenares de estudiantes contemplando el espectáculo.
Hubo agresiones de todo tipo, hubo incluso algún herido (lo más común fue el lanzamiento de objetos porque, al fin y al cabo, suele predominar la cobardía. Vi dos individuos enmascarados, armados con un pulverizador, que iban decorando el suelo con lemas como Puta Espanya y el más coreado: Fora feixistes de la Universitat. Lo primero que piensa el espectador neutral es que deberían empezar por expulsarse a sí mismos. No hay peor fascismo que el que pretende acallar la voz del opositor).
Rememoré mis experiencias universitarias. También en aquellos años había algaradas. Las manifestaciones, por lo general impulsadas por el PC en la sombra, se dirigían a reclamar el fin de la Dictadura y el advenimiento de la Democracia. No solían tener carácter violento (aunque de todo hubo) y, desde luego, no se dirigían contra nuestros condiscípulos. Recordé también el emblema de la Universidad de Barcelona: Libertas perfundet omnia luce [La libertad difunde la luz por doquier] y me dije que alguien debería clavarlo en la puerta del rectorado de la Autónoma.
El sanchismo por un lado y el separatismo por otro estimulan estas agresiones a la libertad. Uno y otro viven de la polarización política: o estás conmigo o estás contra mí. Si no eres socialista eres un ultraderechista. Si no defiendes la independencia de Cataluña eres un fascista. Ambos, al alimón, podrían grabar la frase de Alfonso Guerra en el encabezamiento de sus programas políticos. No debemos consentirlo. No podemos perdonarles el mal que están haciendo a la convivencia. Nuestras únicas armas son la crítica y los votos. ¡Usémoslas!
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