Hace años, muchos años, cuando uno era más joven, pero no necesariamente más bello — de eso hemos ido siempre escasos — era un habitual del Centro Asturiano de Paseo de Gracia (número 78, principal), un lugar sugerente con un patio interior acojonante en el que más de una noche cené un magnífico chorizo a la sidra, seguido de una fabada. Eran noches de digestión difícil, pero la inmadurez de la juventud es lo que tiene. Y que la fabada estaba muy buena, que narices.
Entonces seguían la sagrada costumbre asturiana de servirte un plato y dejarte la olla sobre la mesa para que repitieras hasta que no quedara ni una. Este sano hábito ha sido mantenido por los actuales herederos de este mítico local. Ya no está el Centro Asturiano, ahora se llama ‘La Pomarada’ pero siguen sirviendo una de las mejores fabadas de Barcelona. El compango podría ser un poco más generoso, pero no está nada mal para los cánones de la restauración catalana, siempre tendente a escatimar en la ración.
La fabada es generosa, está más que buena, el precio es razonable (15,75 euros la ración) y el ambiente es muy agradable. Si el tiempo es bueno, comer en el patio interior es una delicia. El servicio es atento y bastante diligente. Y si alguno de los comensales no es muy de fabada, la carta es variada, y al mediodía tienen un menú bastante resultón.
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