Reconozco que si tuviera que el último sitio en el que esperaría ver una sesión en vivo y en directo de ‘petting’ sería en un show del cómico Ignatius Farray, dado que este artista irreverente puede provocar muchas cosas, desde la ira a la adhesión inquebrantable, pero sexy, lo que se dice sexy, su espectáculo no lo es.
En mi reciente viaje por Madrid decidí ver si Farray seguía como siempre, y así es, pero delante mío había una pareja más interesada en sus preliminares – no dudo que hubo ‘fiesta’ al acabar el show, viendo la dedicación de ambos – que a escuchar lo que el cómico canario proponía sobre la tarima, su habitual ejercicio de provocación que le ha hecho popular dentro de la escena humorística nacional. Pensaba que no había ‘fila de los mancos’ en el ‘Beer Station’ pero igual debería instalarse, y subastar sus butacas.
Por supuesto, seguro que mis dos convecinos de espectáculo disfrutaron mucho, pero es una lástima, porque solo pudieron ver a medias a un Ignatius que demostró estar a tope, alternado sus habituales faltadas – con disculpa posterior, porque es una persona muy educada – con el público con un monólogo programado de manera caótica, pero que funciona una y otra vez.
Cuando Farray amenazó con hacer un «Mortadelo» a uno de los asistentes – hagan un Google – la chica mencionada preguntó a su acompañante qué era, y ante su respuesta sonrió y le dijo «pues te voy a poner mi c*** en tu cara». Seguramente Farray hubiera preferido estar en esta pista B del circo que habitualmente ofrece en el ‘Beer Station’, pero esa parte del show, por otra parte de manera no buscada, era solo para mis oídos y mis ojos.
Disfruté de un doble espectáculo cómico: el show de Ignatius, y lo que provoca dicho show en una pareja deseosa de pasar un buen rato más allá de la comedia. Siendo ambos divertidos – insisto, me resultaba flipante que pudieran reírse de Ignatius y que les subiera la temperatura corporal – me quedo con el cómico canario. Eso sí, a Farray, que alguna incursión cabaretera ha hecho, igual debería incidir por este camino en el que, posiblemente, se pueda cobrar un mejor caché. El trono de «cómico afrodisíaco del mundo» seguro que podría ser muy lucrativo, porque en el de «cómico de izquierda radical provocador» tiene demasiada competencia.
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