MIquel Giménez es uno de los azotes del separatismo catalán, tanto desde los micrófonos de Herrera en Cope, como desde Voz Pópuli, dónde es uno de los columnistas de referencia.
¿Cómo definiría la actitud de Pere Aragonés hacia la familia de Canet?
Desde luego, como sectaria e indigna de un servidor público. Cualquier persona con una responsabilidad política como la de Aragonés debería haber visitado a la familia y prestarle todo su apoyo. Pero ni él ni su cuadrilla son capaces de ese elemental gesto de humanidad. Recordemos al consejero de Educación acudiendo al centro para chulearse en la puerta de este. Aragonés, como todo buen totalitario, siempre desprecia aquello que suponga discrepancia con su ideología. Insiste, además, en el camino de sus predecesores al afirmar que su gobierno desoirá el cumplimiento de la sentencia. Pero en el fondo, lo que subyace es la tremenda pelea de taberna que mantiene su partido con el de Puigdemont. Aragonés es muy poca cosa para enfrentarse a nada. Si lo está haciendo es por la presión a la que se ve sometido desde Waterloo, vía Laura Borrás. He dicho al principio que su actitud me parecía sectaria e indigna. Añado también la de cobarde.
¿Y la del gobierno de España?
Miserable. No hay mejor adjetivo. Por mantenerse en La Moncloa, Pedro Sánchez ya ha demostrado que no le hace ascos a negociar, blanqueándolos, con los herederos del terror etarra o con los que reivindican el comunismo de las chaceas, de Paracuellos y de Stalin. Con todo ese bagaje, los derechos de una criatura de cinco años y los de sus padres a Sánchez le deben parecer una insignificancia. El gobierno de España está solo a su propia supervivencia y a ejecutar paso a paso el programa que tienen y que no es otro que desmontar el sistema constitucional actual que nos ha permitido cuatro décadas de libertad, democracia, progreso y concordia. Más grave todavía es la actitud colaboracionista con los nazi separatistas que mantiene el PSC, con su bienquedismo, sus silencios estruendosos y su falsa equidistancia, porque están de acuerdo con la inmersión y con todo el programa separatista.
¿El separatismo no se da cuenta que acosar a un niño de cinco años es contraproducente para sus intereses?
No es que no se dé, cuenta, es que le da igual. Incluso me atrevería a decir que los separatistas le parece perfecto que se hostigue y señale a todo aquel que se salga del rebaño amarillo. Esa misma reflexión se la hacían Víktor Kemplerer respecto a los nazis, y llegó a la conclusión de que donde él veía a un niño, los nazis solo veían a una cosa. La deshumanización a la que nos hemos visto sometidos todos los que discrepamos del dogma separatista ha sido tan profunda que si vivimos o no les es exactamente igual. Su mantra, repetido ad nauseam, es que al que no le guste, que se vaya de Cataluña. Si vives aquí has de aceptar su ideología. Si no lo aceptas, te expones al señalamiento, a la estigmatización, a la muerte civil. Ahí se demuestra lo que en realidad esconden detrás de tata bandera y tanto cántico: una inhumanidad brutal, aplastante, incapaz de la menor empatía.
¿Qué tenemos que hacer los catalanes no nacionalistas tras lo vivido por la familia de Canet?
Reaccionar. El tiempo del consentimiento ha quedado atrás y nadie puede fingir que no ha visto u oído nada. Si la tiranía disfrazada de democracia se ha apropiado de las instituciones catalanas ha sido ,en buena medida, por la inacción de la gente que se ha desentendido de los asuntos catalanes. La media de abstención en los comicios autonómicos siempre ha sido notablemente más alta que en generales o municipales. Cuando se ha participado en mayor medida, léanse las alecciones del famoso 155, el constitucionalismo ve incrementado su presencia. Pero no hemos de confiar solo en los partidos. Estos tienen su lógica interna y la vida es otra cosa. Hay que empezar a hablar, a no callarse cuando escuchemos a los separatistas alardear. Se acabó el monopolio de la palabra. No se trata de heroicidades, se trata de que, de la misma manera ,y por poner un ejemplo, que la gente defiende en voz alta a su equipo de fútbol, haga lo propio con España, con sus raíces, con su lengua, con su cultura, con nuestra democracia. Está en nuestras manos asociarnos, juntarnos, ejercer presión. Sin eso, los partidos no reaccionarán de un manera decidida. Se puede vencer al separatismo. Y lo haremos.
Diga unas palabras de aliento para esta familia que ha sido acosada por exigir sus derechos civiles.
En primer lugar, hacerles llegar todo mi afecto, solidaridad y apoyo. En segundo, decirles que no están solos, que las buenas gentes que hay en esta tierra, que son mayoría, también están junto a ellos. Y que, lo más importante, hagan sentir a su hijo el calor de la esperanza, el cariño que todos le profesamos, el abrazo de padres, de madres, de hermanos que le entregamos. Porque lo importante siempre será el niño, antes que cualquier otra razón, que cualquier patria o que cualquier idea. El niño representa la esperanza en un futuro mejor y la creencia en que el ser humano puede, debe, mejorar. A ellos, a esos niños y a sus padres, no Podemos fallarles. Y no les fallaremos. No Podemos hacerlo. No Podemos permitírnoslo ni como personas ni como sociedad.
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