El ‘procesismo’ vive de engañar a centenares de miles de catalanes para seguir ocupando parcelas de poder, y de ahí la necesidad de destrozar la convivencia entre los catalanes y entre los catalanes y el resto de españoles. Por eso Borràs, y en general Junts, usa la táctica populista de achacar sus problemas con la justicia no a su presunto mal comportamiento, sino a una especie de complot de ‘España’ contra el independentismo.
Borràs es otro personaje más de esta galería de los horrores que se ha convertido la política catalana. El separatismo ha buscado degradar las instituciones para poder seguir controlando el poder autonómico y local a sus anchas. ERC también lo hace cuando alguno de sus dirigentes es investigado o acusado por delitos de todo tipo de pelaje.
Apelan al “corazón” para que sus votantes no “piensen” en lo malos gestores que son. Y seguiremos en bucle hasta que los no separatistas aprendamos que hemos de remar todos juntos para acabar con esta pesadilla. Mientras, a Laura Borràs — como a otros dirigentes separatistas — les funciona ennegrecer el panorama para que no se vean sus problemas judiciales y sus presuntas corrupciones.
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