¿Qué tienen en común un culé apasionado como Enric Masip y un perico incansable como Rafa Marañón? ¿O un socialista de toda la vida como Carles Martí y un “popular” como Alberto Fernández Díaz? ¿O Jaume Bartumeu y Marc Forné, ambos jefes del gobierno de Andorra pero de signo totalmente opuesto? ¿O un “basquetmaníaco” como Lluís Canut con un tenista como Sergi Bruguera?
Todos ellos son unos incondicionales de las bravas del Bar Tomás (Major de Sarrià, 49), las mejores patatas suavemente picantes de Cataluña. Desde que probé sus dobles mixtas, en 1993, no he encontrado otras mejores, y eso que he comido unos cuantos centenares de raciones en garitos de todo tipo y pelaje. Es un local al estilo de los de Madrid, basa su éxito en media docena de especialidades, el servicio es rápido y el producto bueno.
Para mi gusto, además de sus magníficas patatas, vale la pena pedir las empanadillas de atún, las anchoas, el bonito en escabeche y las alcachofas rebozadas. Es su repoker para satisfacer a cualquier amante de comer en raciones. El resto de especialidades son correctas, y entre mis amigos son muy populares las croquetas. La carta no es muy extensa, aunque destaca al mediodía la posibilidad de comer un plato combinado cuya guarnición son sus bravas.
Otro de sus encantos es que no es un bar de diseño. Es una tasca de toda la vida, con una barra con mucha mili a cuestas, sin televisión, máquina tragaperras ni expendedor de peluches con ganchos estafosos. Nada distrae a la clientela de lo que importa, sus bravas con alioli y salsa picante y su cerveza bien fresquita. Cierra los domingos y si quieren un take-away de papas para disfrutarlas en casa, se las prepararán. Horario, de 12:00 a 16:00 y de 18:00 a 22:00.
no recibe subvenciones de la Generalitat de Catalunya.
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