Estamos llegando al final de la campaña electoral de las elecciones autonómicas catalanas, y varias cosas me parecen de gran relevancia. La primera es que desde el inicio de la campaña tenemos a todos los presos golpistas en la calle haciendo campaña con absoluta normalidad, sin que nadie les moleste lo más mínimo, más bien todo lo contrario, recibiendo abrazos y aplausos de una fanatizada clac nacionalista, acompañados incluso en sus mítines del exetarra Arnaldo Otegi.
Además, no muestran en sus actos el más mínimo arrepentimiento y repiten, con chulería, que “ho tornarem a fer”. Por otro lado, estamos asistiendo a continuos episodios de una furibunda e incesante violencia callejera contra VOX. Un partido perfectamente democrático (la tercera fuerza política en el Congreso), al que están agrediendo de forma organizada y sistemática de una forma brutal (lanzándoles todo tipo de objetos: piedras, tornillos, huevos, vallas, destrozando sus furgonetas, pintando sus sedes…) y esto ocurre en todas y cada una de las localidades donde intentan realizar un acto, por modesto que este sea. Todo ello protagonizado por los llamados los CDRs y los autodenominados antifeixistes (intolerable paradoja), que han convertido a VOX en el estafermo (muñeco giratorio medieval) contra el que vale todo. En esto consiste su libertad y su “revolución de las sonrisas”.
En otros momentos los destinatarios principales de dicha violencia lo fueron el PP o Cs. Aunque tengo que decir que en Cataluña, hasta ahora, nunca había visto unos niveles de odio y de violencia contra un partido como los que están ejerciendo ahora contra VOX. Lo sucedido, por ejemplo en Vic, Barcelona, Gerona, Salt, Reus, Lérida, Tarragona, Valls o Tortosa, durante estos días no tienen precedentes y lo digo habiendo sido victima, incluso personalmente, desde la época en que formé parte de Foro Babel (1996-97), luego en CCC y últimamente en SCC, de múltiples insultos y escraches.
Lo más vergonzoso es la naturalidad con que es asumida ahora esta violencia y estas amenazas, por parte de la mayoría de los apesebrados medios de comunicación de Cataluña (y no sólo de Cataluña) que actúan como un instrumento más del nacionalismo y se dedican a proteger, blanquear, cuando no aplaudir, a los que los protagonizan estos actos violentos. Pienso que en cualquier sociedad mínimamente democrática los medios de comunicación y todos los partidos políticos deberían condenar con contundencia este tipo de actos que atentan frontalmente contra la democracia y la libertad, así como denunciar la impunidad con que suelen actuar gracias a la condescendencia del Govern de la Generalitat.
No en vano, a menudo, son los propios dirigentes de las fuerzas independentistas, los que instigan a estos actos violentos (recuerdan el: “Amics dels CDRs, apreteu, apreteu i feu bé d’apretar” de Torra) o incluso participan directamente en ellos como la regidora de ERC, Paula Varas (teniente alcalde del Ayuntamiento de Tarragona) o la ex diputada de la CUP Mireia Boya que afirmó que hay que confrontar a VOX “a pedradas”. Todo ello contra los que defienden la democracia y la libertad de todos los ciudadanos y el cumplimiento de la Constitución y las leyes.
Tratar de acallar las ideas de otros con el desprecio, la intimidación y la violencia, como está ocurriendo desde hace ya demasiados años en Cataluña, aplicando dosis cada vez más fuertes. es puro totalitarismo, es puro nacionalismo catalán. Es exactamente lo que hacían los nazis contra los judíos y contra todos los que se oponían a su ideología, así como todos los regímenes comunistas, enemigos todos ellos de la libertad. El nazionalismo viene siempre de la mano de la intimidación y del miedo, cargado de intolerancia, utilizando el poder para censurar y reprimir, acosando y expulsando a los disidentes, donde el que piensa diferente pasa a ser un sospechoso, donde se reescribe la historia y alimenta a sus fieles con falsas promesas, ofreciéndoles una arcadia feliz que sus feligreses se tragan sin rechistar, cuando en realidad nos están conduciendo a la más absoluta decadencia y ruina. Están fabricando una sociedad donde solo tengan cabida los que piensan como ellos. Una sociedad compuesta por una especie de fieles-autómatas que cambiaron la conciencia por la obediencia y la pasividad y que no se enteran siquiera de que han dejado ya de ser libres.
Lo que está ocurriendo en Cataluña no es tampoco un tema de un nacionalismo contra otro nacionalismo, como defienden algunos que pretenden situarse en una supuesta equidistancia, en Cataluña desde hace 40 años solo hay un nacionalismo que se dedica a vulnera los derechos de todos, que se salta todas las reglas e incumple las leyes, que vulnera la libertad y la democracia, que excluye en la práctica a la mayoría de la población. En Cataluña el único nacionalismo, realmente existente, es el que está arrasando con la libertad y la democracia y camina abiertamente hacia el nazismo. Y quien se dedica a poner paños calientes o se pone de perfil, ante lo que está ocurriendo, consciente o inconscientemente, esta siendo cómplice y aliado de lo que está ocurriendo.
La única vacuna contra el nazionalismo es la defensa a ultranza de la democracia, la decencia y la libertad. El próximo domingo nuestro compromiso ineludible debe ser ir a votar.
Salvador Caamaño Morado (presidente provincial de SCC)
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