Estos días hemos estado ayudando en las labores de paliación de los daños producidos por la riada del pasado 29 de octubre en la localidad valenciana de Algemesí. Al llegar allí el panorama era desolador, porque el agua en un terreno llano salpicado de pueblos y campos de naranjos, se había extendido a lo largo de muchos kilómetros cuadrados arrastrando todo lo que había encontrado a su paso.
Nos dirigimos al polideportivo municipal 9 d’octubre de Algemesí, donde se centralizaba la ayuda humanitaria que llegaba en coches particulares, furgonetas y camiones de toda España, que descargaban, distribuyéndose de forma ordenada en la cancha de una pista deportiva anexa, los variados productos como palas, cepillos, botas, ropa, alimentos, agua, productos sanitarios y de limpieza, equipaciones, y muchos otros que luego eran repartidos por los centros de distribución de la población.
El Ayuntamiento ponía a disposición esas instalaciones con un funcionario que se hacía responsable, y que solo se limitaba a informar a sus superiores de lo que allí acontecía, pero hay que hacer especial mención de la Legión Urbana de la Hermandad de Caballeros Legionarios de Barcelona, que ayudados por otros legionarios licenciados de provincias cercanas, enseguida montaron una cocina en la que se daba de comer y de cenar, a los cientos de voluntarios que pernoctaban en colchones en la cancha del polideportivo.
Los mismos legionarios perfectamente jerarquizados, se hicieron cargo de la ordenación de la entrada y salida de los inumerables vehículos que constantemente acudían al centro para cargar o descargar mercancías. Los legionarios catalanes y sus compañeros también se encargaban de la vigilancia del recinto, y recuerdo que durante dos días seguidos evitaron que cuadrillas de magrebíes entraran a robar. Huelga decir que los marroquíes en cuanto veían a los legionarios, desistían en el acto de cualquier intento y no se les volvía a ver rondado por allí.
Con un teniente médico reservista habilitamos una enfermería en lo que era el vestuario del árbitro, centralizando allí todas las entregas de medicamentos y material sanitario. Todos los heridos eran asistidos en el acto, y eran frecuentes las visitas de los voluntarios -gente jóven procedentes de toda España- que acudían al anochecer después de estar toda la jornada extrayendo barro y agua, con ampollas y heridas en las manos que podían infectarse con el contacto de barro insalubre. También se realizaron salidas por el centro urbano para prestar asistencia sanitaria insitu a quién la requiriese.
Enseguida corrió el rumor en toda la comarca de que en polideportivo de Algemesí, los legionarios ofrecían comida y asistencia médica, e incluso un coronel de la Guardia Civil y un alto mando de la Policía Nacional vinieron a felicitarnos. Antes de volver a Barcelona se dejó un retén permanente y rotativo en la vigilancia del recinto, en la cocina, y un equipo de médicos y sanitarios que se hicieron cargo de la enfermería. ¡Misión cumplida!
Juan Carlos Segura. Teniente reservista ET
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