Jordi Cañas ha sido entrevistado por Xavier Rius, director de e-notícies, en su canal de Youtube para hablar del libro ‘TV3, el tamborilero del Bruc del procés’ (Ediciones Hildy), escrito por Sergio Fidalgo y en el que este eurodiputado de Cs es entrevistado (el libro se puede comprar aquí). Cañas ha destacado que la televisión de la Generalitat «ha costado más de 7.000 millones de euros desde su fundación» y que es una «ruina económica».
También ha recordado que «TV3 cuesta a cada hogar catalán unos ochenta euros al año, y hay que preguntarse si es sostenible que la sociedad catalana la mantenga para el servicio público que da, y cuando hay tantas necesidades en temas clave. Solo se entiende el dinero que cuesta si un cree que TV3 ha de existir como coagulante de la nación y como tamborilero del Bruc del procés».
«TV3 debería dimensionarse adecuadamente para convertirse en un servicio público. No nos podemos gastar 240 millones de euros en una televisión y que encima insulte a más de la mitad de los catalanes. Los independentistas, si quieren, que se creen su Netflix.cat o canal 1714 y se lo paguen ellos. El tema es más complejo que si Jair Domínguez nos ofende o no», añadió Cañas.
«Cada día vemos una monstruosidad que es el mapa del tiempo de TV3, que es de un irredentismo político chiflado, pero que crea conciencia. Creo que con los medios de la Generalitat hay que hacer una reforma en profundidad, adecuar la plantilla para una comunidad autónoma de unos siete millones de ciudadanos y que sea una cadena dirigida para todos los ciudadanos de Cataluña».
«Cuando hay un tema de construcción nacional, se renuncia a la profesionalidad, la pluralidad y hasta la vergüenza. Esto es lo que ha pasado en TV3 y en Euskal Telebista», contestó Cañas a preguntas de Rius.
«El 90% de los programas de humor en Cataluña tienen el objetivo de ridiculizar, día tras día, hora tras hora, a los catalanes que se sienten españoles. Es un ecosistema putrefacto de zombis que ha conseguido expulsar a todos aquellos que no se sienten representados, sino ofendidos permanentemente», concluyó Jordi Cañas.
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