Joan Ferran presenta este lunes, 5 de noviembre, a las 18:00 en la librería Alibri (Balmes, 26. Barcelona), su último libro, ‘Desde la aspillera’ (Ediciones Hildy), en un acto de entrada libre, pero que se puede reservar plaza escribiendo a [email protected].
El autor estará arropado por los diputados del PSC Eva Granados y David Pérez, por el ex diputado de Ciudadanos Jordi Cañas y por el director de elCatalán.es, Sergio Fidalgo. El libro es una recopilación de artículos periodísticos críticos con el proceso secesionista, desde una óptica de izquierdas.
¿Por qué escogió como título ‘Desde la aspillera’?
En las viejas fortalezas y castillos las aspilleras eran las aberturas de vigilancia y defensa destinadas a obstaculizar los envites del enemigo. Salvando las distancias y las diferencias, desde mis aspilleras lanzo artículos donde intento defender ideas, valores y libertades que, en Cataluña, considero que están siendo atacadas por el secesionismo.
En la portada del libro asegura que son “píldoras para la prevención y cura de la calentura amarilla”. ¿Está Cataluña enferma de “calentura amarilla”?
Mis píldoras en forma de artículos breves, intentan ser un antídoto contra la tergiversación de la historia para justificar el presente, el discurso excluyente del nacionalismo y la fractura social que se desprende al clasificar a los ciudadanos como bueno o malos catalanes, dependiendo de su opción política.
En ‘Desde la aspillera’ pone mucho énfasis en cómo el proceso secesionista ha permitido que unos gobiernos de derechas olviden las políticas sociales. ¿Por qué cierta izquierda ha entrado a este trapo?
Con la excusa del procés, la derecha nacionalista ha ocultado la ausencia de políticas sociales, ha justificado su falta arguyendo una mala financiación desde el Estado, culpando a los gobiernos centrales de estrangularlos económicamente. Esconder bajo la bandera ineptidudes y corruptelas ha sido una constante en este país. Recordemos que Artur Mas fue el primer abanderado de los recortes y el president que negó la evidencia del 3%. Algunos sectores acomplejados de la izquierda han olvidado sus orígenes y su razón de ser, fascinados por la retórica independentista. Una pena.
Describe a Elsa Artadi como una especie de “pija” que lleva abrigos de visón. Luego Junts per Catalunya se vende como una especie de socialdemocracia puesta al día. De hecho, da la sensación, si se escucha a las diversas familias ex convergentes, que en Cataluña no hay partidos nacionalistas de derechas. ¿Por qué?
Por lo dicho anteriormente, por esconder sus intereses –llamémosles de clase- bajo un hipotético viaje a un paraíso que denominan Itaca. Emprender un camino hacia esa quimera inalcanzable ha sido frustrante y doloroso para muchos catalanes que se han sentido engañados.
Usted sigue en el PSC. Ernest Maragall, Ferran Mascarell, Montserrat Tura o Marina Geli no. ¿Qué le diferencia a usted de estos ex dirigentes socialistas?
No todos los citados son igual de tránsfugas. En mi caso supongo que una cierta fidelidad a una idea en la que no caben ni el egocentrismo ni el cálculo económico. No me gustan las conversiones exprés. Me cuesta entender la palabrería de algunos que se han puesto al servicio de un cesarillo que reside en Waterloo o de su vicario.
¿Le falta a la izquierda quitarse ciertos complejos a la hora de hablar de España como proyecto común?
Desde los tiempos de Rosa Luxemburg a la izquierda le falta quitarse un montón de complejos respecto al tema de las nacionalidades.
¿Cree usted que le entrevistaran en TV3 para presentar su libro? ¿O no olvidan que acuñó el concepto de “costra nacionalista” para definir a algunos de los profesionales y dirigentes de la televisión de la Generalitat?
Con el tiempo lo que llamamos la ‘crosta’ [la costra] ha devenido en una nociva infección que pervierte la televisión y radio públicas. Serían capaces de entrevistarme para justificar así su “pluralismo”. El maquiavelismo de Vicent Sanchís y los suyos no tiene parangón.
¿Por qué hay que leer su libro?
Porque es una píldora, un humilde antídoto contra el intento de los nacionalistas de homogeneizar el pensamiento de los ciudadanos y acomplejar a los discrepantes. Hay que descararse.
¿Tendremos todos los catalanes algún día helado de postre cada día?
No lo sé. De momento el Govern sólo reparte carquinyolis y ratafía.
no recibe subvenciones de la Generalitat de Catalunya.
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