Todos los que tenemos una edad recordamos donde estábamos ese fatídico día de junio de 1987. Lo que ignoraba entonces era que ese atentado también cambiaría mi vida. Nada comparable con lo que sufrieron y siguen sufriendo las víctimas, mi recuerdo ahora para Álvaro Cabrerizo, nuestro Álvaro que jamás supero perder allí a su mujer y a sus hijas.
Fue a raíz de ese atentado cuando las victimas en Cataluña decidieron organizarse, faltaban aun algunos años, tenían que curar sus heridas, aunque solo las físicas las otras permanecen siempre, para que a raíz de otro atentado terrible en el que fueron asesinados policías en Sabadell, recibiese la llamada de Roberto tras ofrecerme para ayudar a las víctimas. Entonces no tenían abogado, ni aunque lo hubieran podido pagar, que no podían. Luego conocí a Rosa, a Milagros, a Bárbara y a tantos otros, más tarde desgraciadamente se unieron Mari Carmen, Santos y muchos más.
La vida les ha llevado después por caminos a veces coincidentes y a veces dispares, pero aquel día muchos estaban allí.
Llegó la época de la lucha, la soledad, la marginación, los insultos de los pro etarras en los juicios, el ninguneo de los políticos hasta que descubrieron que esto de las victimas podía ser rentable. Entonces igual que los antiguos ricos en Navidad ponían un pobre en su mesa, no había partido que se preciase que no quisiera tener en un acto una víctima, es verdad que en algunos casos de forma más que justificada porque los propios políticos tenían victimas en sus filas.
Pero en general, y excepto cuando les tocaba en piel propia, había silencio y ninguneo, y las victimas se acostumbraron a sus actos minoritarios y sentidos.
Ahora que es ‘cifra redonda’ quienes en su vida no se han preocupado de ellos, aquellos que han equiparado con su actitud a víctimas y verdugos, quieren subirse al carro. Habrá quien piense que sus intenciones son sinceras, pero yo dudo mucho de los que van a los ‘números redondos’ y luego no les ves más, así que yo en este ‘número redondo’ estaré con los de todos los años.
Finalmente el mejor de mis recuerdos y mí rendida admiración ante un héroe en monopatín, Ignacio Echeverría, por gente como él sigue valiendo la pena continuar en la lucha.
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