Artur Mas, el gran responsable de la división social en la que está sumida Cataluña al iniciar el proceso secesionista para tapar la corrupción de su partido y los recortes sociales de su gobierno, deja la presidencia del PDeCAT, el último gran cargo político que le quedaba tras su salida de la Generalitat por el veto de la CUP a su candidatura. Aunque asegura que «no se desentiende de la política» y que se quiere centrar «en el calendario judicial que he de afrontar».
En rueda de prensa, Artur Mas ha explicado que hay dos razones para su decisión de deja la presidencia del PDeCAT: «La primera es de carácter estrictamente político, en relación a lo que ha pasado en las últimas semanas. El resultado obtenido por Junts per Catalunya es muy bueno y va más allá de las expectativas que tenía nuestro partido».
«Fue una fórmula electoral creada en Bélgica para conseguir el mejor resultado posible en unas elecciones muy difíciles, y así fue. Este resultado abre una posibilidad de oro para que el PDeCAT pueda ampliar su base electoral de una manera más acelerada. Esta nueva etapa requiere nuevos liderazgos y dejar espacio libre para que determinadas personas puedan encabezar este proyecto».
El ex presidente asegura que la segunda razón de su decisión es «el calendario judicial que he de afrontar». El ex presidente fue inhabilitado para cargo público por el TSJC, por la organización de la consulta ilegal del 9N, sentencia sobre la que el Tribunal Supremo se ha de pronunciar próximamente. Mas no confía que el Supremo revoque su condena.
Además, también ha mencionado que el Tribunal de Cuentas le ha impuesto una elevada fianza para responder por el uso de dinero público en la misma, por si fuera condenado. Y el Tribunal Supremo le ha notificado que está dentro de la causa ampliada del 1 de octubre y días sucesivos. Ha asegurado que «en unos días prestaré declaración en Madrid como investigado».
La campaña descendente como gobernante de Artur Mas, que accedió a la presidencia de la Generalitat en 2010 con 62 diputados de CiU en el Parlament, y que se dejó la mitad de escaños en el camino, ya que de los 62 de Junts pel Sí que consiguieron en las elecciones autonómicas de septiembre del 2015 solo una treintena era convergentes, finalizó cuando la CUP forzó en enero del 2016 la elección de Carles Puigdemont en su lugar. El diputado antisistema Benet Salellas afirmó que habían mandado a Mas «a la papelera de la historia».
Mas se refugió en la presidencia de CDC y luego de su formación heredera, el PDeCAT, y desde allí intentó influir en el Gobierno de Carles Puigdemont.
Fruto del proceso que Mas inició, Cataluña se ha dividido en dos mitades irreconciliables, sobre todo a partir de la proclamación en el Parlament de la República Catalana el 27 de octubre de 2017 por parte de Puigdemont.
Dos manifestaciones multitudinarias organizadas el 8 y el 29 de octubre que llenaron la capital catalana con un millón de personas en cada una de ellas enarbolando banderas rojigualdas y ‘senyeres’ en defensa de la unidad de España fue la mayor muestra que la mayoría de los catalanes rompieron sentimentalmente con las instituciones de autogobierno, a las que ven como ajenas mientras el secesionismo las utilice como herramienta para saltarse las leyes.
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