
Un paseo por la localidad castellonense de Vinaroz siempre es más que agradable, no solo por la belleza de su paseo marítimo y las calles del centro, también por lo curioso de su colección de gigantes y cabezudos que se encuentran en exposición en el Auditorio Wenceslao Ayguals de Izco (Pl. Sant Agustí, 7).
No se la pierdan si vienen por estas tierras, porque estos magníficos ejemplares de la cultura popular alternan lo artístico con lo inquietante. La entrada al recinto es libre y gratuita y el horario de visita es de 18:00 a 21:00 (lunes cerrado).
Mi primer contacto con la hostelería en esta localidad fue ‘La pirámide’ (Carrer Cala Puntal L, 1), un chiringuito a pie de playa más que interesante. Comencé con un tinto de verano (muy reseñable) y unos mejillones espectaculares, muy sabrosos y recién hechos. El pulpo con allioli subió el nivel y la paella mixta me encantó. Sabrosa y como a mi me gusta, que sea generosa con la carne y que esté en su punto.
También recuerdo con mucho agrado el almuerzo en un local a escasos metros del club náutico, el Bar Mataró (Carrer Primer de Maig, 33), también es destacable. Ambiente marinero y bocadillos generosos. El mío fue de tortilla francesa, con pan con tomate, y me lo sirvieron justo como lo deseaba. Salí contento.
En el paseo marítimo un buen lugar para el vermú es Gastro Lai (Pg. de Blasco Ibáñez, 7). Las patatas bravas eran curiosas, cortadas en forma de gajo y con una salsa poco habitual, pero muy interesante. Vale la pena probarlas. Y las sardinas a la plancha estaban muy sabrosas. Por cierto, a veces cuentan con una oferta, una ración y dos cañas, a buen precio.
El Sukomi (Costa i Borràs, 22) es todo un lujo para una localidad como Vinaroz, Un buen restaurante japonés en tierra de paellas. Todo está bueno, desde las gyozas — me gustaron especialmente las de gambas y las de pollo –, hasta los fideos udón teriyaki, los hosomakis, los nigiris — yo me tiré hacia los clásicos de atún y salmón, pero todo tenía una pinta fantástica. La cerveza Kirin me acompañó durante todo el ágape.

Yendo al detalle: las gyozas de pollo eran delicadas y sabrosas. Y ya que estaba con el pollo me lancé al teriyaki, tanto a pelo como con fideos udón con verduras. Muy rico, sin más zarandajas. Y el atún, fresco y sabroso. Todo lo demás también estaba bien, pero puestos a recomendar algo, dicho queda.

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