Este pasado sábado nos despertábamos con la trágica noticia del asesinato de dos guardias civiles en Barbate. En unas imágenes podíamos ver como eran arrollados por embarcaciones de narcotraficantes, mientras los que grababan jaleaban la acción.
Se de la circunstancia que uno de los agentes de la Benemérita asesinados era catalán. Tenía 43 años y era de Barcelona. Según ha confirmado el instituto armado el agente, perteneciente al Grupo de Acción Rápida (GAR), estaba casado y tenía dos hijos pequeños. Junto a él también fue asesinado otro agente del Grupo de Especialistas de Actividades Subacuáticas (GEAS), de 39 años y natural de San Fernando. El fallecido tenía pareja y una hija.
Pues bien, el silencio del presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, y del consejero de Interior, Joan Ignasi Elena, ha sido total respecto a este asunto, han evitado dar el pésame a los familiares y amigos del agente de la Guardia Civil que era catalán, lo que demuestra su catadura moral y su vergonzoso sectarismo.
Cataluña se encuentra en manos de personas de este tipo, que son incapaces de tener un gesto que cualquier humano tendría ante el asesinato a dos servidores públicos que perdieron su vida por defender la del conjunto de los ciudadanos.
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