El Síndic de Barcelona, David Bondia, comienza su reinado con mal pie. Está tan preocupado en justificar el sueldo que percibe que no se ha cortado ni un pelo a la hora de proponer al consistorio soluciones estrambóticas para abordar temas complejos.
Al hombre, alma de cántaro, no le duelen prendas a la hora de pedir habilitar espacios urbanos para convertirlos en botellómetros donde los jóvenes puedan solazarse sin peligro alguno. Eso si, los quiere controlados, pautados, vigilados y con servicios de emergencia para subsanar cualquier contratiempo.
El Síndic se ha granjeado las criticas de todos los grupos municipales — excepto el de los ‘comunes’, vaya casualidad –, del sector del ocio nocturno castigado por la Covid y ,también, de algunos colectivos juveniles que no aceptan ser recluidos en una variante de reserva india. Las criticas le llegan al improvisador Sindic no solo por el elevado coste económico que implicaría la puesta en marcha del tema (seguridad, limpieza y mantenimiento) sino también por el rechazo de los vecinos de las zonas colindantes.
El teniente de alcalde, Jaume Collboni, calificó la propuesta de ‘ocurrencia’. Creo que tiene razón. David Bondia se ha rasgado las vestiduras, tiene la piel muy fina, y considera que se le ha faltado al respeto como institución. Craso error el suyo. Las instituciones -en este caso la Sindicatura de Barcelona- deben ser respetadas; obvio, hasta ahora ha sido siempre así pero nunca nadie había planteado propuestas tan descabelladas.
Los botellómetros fracasaron en Andalucía y hay quien opina que fomentan la ingesta de alcohol entre los jóvenes. Un Síndic, sea el de una ciudad, el de Greuges o el Defensor del Pueblo no puede ejercer de justiciero procurando llamar la atención como ha hecho Bondia. Barcelona es una ciudad compleja y la sindicatura tiene donde escoger. Eso si, tras escuchar, estudiar y exponer donde proceda lo que le llegue de los ciudadanos de a pie que se consideran ninguneados por la institución.
Si el Síndic, en cambio, actúa con una dinámica reivindicativa propia de las asociaciones, partidos y grupos municipales vamos mal. Debería hacer suya la máxima ‘zapatero a tus zapatos’ y no pedir peras al olmo. Y si desea hacer política, siempre puede suplicar a su amiga Colau un lugar en la lista (Foto: sindicatura de Barcelona).
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