Soy un ser humano pre-inmersión. En el colegio solo estudié en catalán una asignatura, la dedicada a la literatura y a las normas de esta lengua. Decidí aprender a hablarlo y escribirlo en serio por voluntad propia, porque considero que si en mi tierra hay dos idiomas tengo la obligación de defenderme en ambos. Hace tres décadas que consumo televisión, radio, periódicos y libros en catalán, porque respeto mis dos hablas.
Tengo amigos y conocidos con los que solo hablo en catalán, porque me apetece que así sea. Y otros con los que solo lo hago en español. Respeto a los que defienden el catalán porque creen que necesita ser potenciado, siempre que no sea a costa de despreciar el español considerándolo una “lengua invasora” o negando a los castellanohablantes sus derechos. Los hispanohablantes no somos ciudadanos de segunda y merecemos un respeto. El mismo que reclaman para sí los catalanohablantes.
Respeto la voluntad de los periodistas que colaboran en medios catalanes a hablar exclusivamente en catalán. Siempre que me dejen expresarme a mí en la lengua que desee. Cataluña tiene dos “lenguas propias”, el español y el catalán, y todos tenemos el deber de conocerlas y el derecho a usarlas. Tenemos la suerte que son muy similares y que podemos mantener una conversación uno hablando en catalán, y el otro en español, y entendernos sin mayores problemas.
Actitudes como la de Quim Torra, despreciando a los catalanes hispanohablantes, afirmando que hablamos “la lengua de las bestias” han de ser combatidas con la democracia y el civismo. Y con las leyes de un Estado de Derecho que protege a los ciudadanos frente a posturas totalitarias, como las que defiende el, por desgracia, actual presidente de la Generalitat.
Me gustaría pensar que la forma de pensar de Torra es una actitud minoritaria dentro del secesionismo, aunque me temo que la “hispanofobia” y el desprecio hacia la que consideran lengua “no propia” de Cataluña está bastante más extendida de lo que ellos aseguran. O al menos eso es lo que demuestran cada día en las escuelas, administraciones y medios de comunicación que dominan.
Como ejemplo, que es algo más que anecdótico, el ‘gag’ que el programa de TV3 Polònia dedicó a unos teóricos padres hispanohablantes en el despacho del tutor de sus hijos. Puro desprecio al español y a los que piden que sus hijos puedan recibir un porcentaje digno de la docencia en este idioma. Si el secesionismo quiere demostrar que no desprecia a los millones de catalanes hispanohablantes, no ha de fichar más “Rufianes”, simplemente ha de respetar la lengua española.
Sergio Fidalgo es director de elCatalán.es
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