El Gerona, un recién llegado a la máxima categoría del fútbol nacional, se empeña cada vez que juega contra sus amos barcelonistas que es el auténtico derbi catalán. Para que ese hecho se produjera primero el Gerona debería ser un club con raíces barcelonesas y, segundo, debería dejar de ser el eterno aspirante a ser el filial del Barça.
Despreciar al RCD Espanyol para conseguir cuatro titulares chorras de los periodistas del nacionalbarcelonismo en los que elogian el carácter de “auténticos catalanes” del Gerona, y de paso negárselo a los pericos, es muy patético. Pero cuando hablas de un club acomplejado, que ha tenido que aliarse con un club Estado de la Premier para arrastrarse por Primera, toda payasada es poca.
El Espanyol, con toda su modestia y sus errores, siempre ha querido ser una alternativa al Barça. La aspiración de la directiva del club gerundense es servir bien calentito el café a su amo culé, llevarle las zapatillas y buscar que le diga “gracias, ya puede retirarse”. Así pueden desconyuntar sus espaldas a base de unos cuantos centenares de reverencias.
Seguro que hay un buen número de aficionados gerundenses que solo quieren a su club, y que están hartos de este servilismo hacia el Barça. Pero mientras su dirigentes sean los esclavos del señorito azulgrana, se merecerán que les recordemos la falta de dignidad del equipo al que animan.
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