El independentismo está abusando de la mentira “España quiere acabar con la lengua catalana” para intentar mantener una unidad que no existe — Junts y ERC se odian, y la CUP va a su bola –. Por eso estamos asistiendo a una escalada verbal contra la sentencia del Supremo que garantiza un insuficiente 25% de docencia en español en las escuelas catalanas.
En las últimas semanas se han sucedido las movilizaciones — la última, que fue un fracaso rotundo que no llegó a mil personas, el pasado sábado en Sant Jaume — para “defender” al catalán de un «ataque» que no existe pero que le sirve para que su máquina propagandística siga teniendo nuevas mentiras que difundir.
En las manifestaciones en “defensa” de la lengua catalana, organizadas y apoyadas por los sindicatos y entidades del separatismo más radical – como el Sindicat d’Estudiants dels Països Catalans o Arran — se ve que cada día cuentan con menos apoyo social. De ahí que la escalada de violencia verbal y física hacia los que ponen en cuestión la inmersión lingüística sea cada vez mayor.
Que se lo digan a los jóvenes de S’ha Acabat, que son agredidos continuamente por grupos de radicales. Urge que el Gobierno de España deje de mirar hacia otro lado y garantice los derechos civiles de los catalanes no separatistas. El mantra de la «inmersión tiene el apoyo de la inmensa mayoría de catalanes» no es cierto, si así fuera las manifestaciones en su defensa no serían tan minoritarias.
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